Las bibliografías, género tan útil como descuidado actualmente, poseen al menos dos objetivos. Uno de carácter práctico o utilitario: tener reunida la totalidad de los escritos de un autor determinado, lo cual resulta un inapreciable auxilio para el investigador nobel, orientándolo rápidamente en una o varias temáticas, según hayan sido los intereses del receptor de la bibliografía.

José María Mariluz Urquijo realizó su primera publicación a los veintiséis años; un cálculo simplista e imaginario indica que para escribir el total de los doscientos veintiséis trabajos que componen esta bibliografía, el ritmo de escritura fue superior a los tres por año. La producción intelectual no puede ser medida de este modo, pero he querido demostrar la fructífera actividad que desarrolló durante su vida. Otro objetivo, bastante más relevante es, como expresa la publicación, el trazar “una suerte de biografía intelectual del autor de las obras que la componen”.

Aunque se inclinó por el derecho, tuvo gusto por la historia desde edad temprana, especialidad hacia la cual volcaría su saber jurídico. Sus escritos sobre esta rama del conocimiento han contribuido a renovar los estudios de historia del derecho, particularmente en el ámbito colonial. Un repaso de las páginas que aquí se comentan muestra sus aportes a revistas de la especialidad, muchas fundadas en el lapso de su vida y, alguna de ellas, deudora de sus esfuerzos. Otro ámbito en el cual volcó sus afanes fue el Instituto Internacional de Derecho Indiano, que contribuyó a crear en 1966. Publicaciones especializadas de centros europeos, norteamericanos y de Latinoamérica también han sido beneficiados por sus trabajos, lo cual, a la vez, revela que tuvo amplísimo reconocimiento.

Sin agotar su labor en este campo, debe mencionarse Ensayo sobre los juicios de residencia indianos -fruto de su tesis doctoral publicada en 1952- que aún es una obra de referencia sobre el tema. Fue un estudioso del funcionariado que gobernaba América, como lo prueban, entre otros trabajos, Orígenes de la burocracia rioplatense. La Secretaría del Virreinato. El agente de la administración pública en Indias.

Queda por comentar su interés por algunas instituciones de derecho privado, como lo muestran sus investigaciones sobre los regímenes de la tierra y de la propiedad, la comunidad de montes y pastos o su contribución a la historia del derecho de aguas.

Abordó también cuestiones de historia económica, tanto coloniales como de la época patria y en ellas, como en todos sus otros trabajos, muestra su interés en ver reflejado el contexto social y político. Tanto en Estado e Industria 1810-1862 como en sus obras sobre la mano de obra porteña en las industrias sombrerera y molinera o su abordaje del comercio rioplatense se pone de manifiesto ese interés por aproximarse a cualquier cuestión desde diferentes ángulos.

Su visión de la historia y de las posibilidades que ofrece abordar un mismo problema con esa amplia perspectiva se refleja, más que en ninguna otra obra, en El Virreinato del Río de la Plata en la época del Marqués de Avilés (1799 -1801).

A su vocación de bibliófilo unió la de coleccionista de grabados y otras obras de arte; al referirse a sus cuarenta años como historiador, reconocía que sus primeros pasos en el ámbito histórico los había dado interesado, precisamente, por las litografías y el grabado. Su primer trabajo -publicado a los 26 años en 1947- fue un análisis de las pinturas de la iglesia de Humahuaca. Decía que había sido introducido en esta materia por Héctor Schenone y que de su mano había recorrido Sevilla y Madrid en busca de alguna pieza interesante; sus viajes por el territorio americano contribuyeron en gran medida, a incrementar tanto sus colecciones como sus conocimientos sobre arte hispanoamericano.

Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, colaboró en sus actividades y mantuvo armoniosas relaciones con sus pares. Fue elegido por ocho recipiendarios para ser presentados al Cuerpo Académico y éste le delegó, en varias oportunidades, ser orador en tanto en actos públicos como en el seno de sus sesiones. Fue uno de los impulsores y el editor de los dos tomos que esa Institución dedicó a Ricardo Zorraquín Becú en 2017. Deben destacarse también los numerosos Estudios preliminares, realizados principalmente para obras editadas por la Academia y por el Instituto de Investigaciones en Historia del Derecho.

Solía renegar de las modas historiográficas, volcando sus afanes sólo a las temáticas que le interesaban sin ceñirse exclusivamente a una época o una región. Sus estadías en repositorios de distintos países pero especialmente sus incursiones en la Biblioteca Nacional de España o en el Archivo General de Indias le permitieron bucear en cantidad de temas y personajes como se refleja en una atenta mirada a esta bibliografía y como él mismo expresa en el Estudio Preliminar al Refranero rioplatense del siglo XVIII al referirse a los reunidos en ese libro como “fruto de hallazgos realizados al azar de lecturas llevadas a cabo a lo largo de variados años mientras seguíamos la pista de otros temas”.

Poseedor de una prosa sencilla pero rigurosa, sus escritos reflejan el gusto que el autor sentía hacia el tema tratado. Quienes lo conocieron aprecian también en ellos, de vez en cuando, los matices de una suave ironía.

Esta bibliografía puede ser consultada en una cuidada edición papel y en formato digital.