Dossier “El pensamiento y la ciencia de España en el Bicentenario de la Universidad de Buenos Aires (1821-2021)”

La visita de Augusto Pi y Suñer a la Argentina y la influencia de la Reforma Universitaria en España

Marcelo Garabedian
Universidad de Buenos Aires, Argentina

Temas de historia argentina y americana

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN-e: 2618-1924

Periodicidad: Semestral

vol. 1, núm. 30, 2022

revistaredesign@ifma.edu.br

Recepción: 22 Abril 2022

Aprobación: 27 Mayo 2022



DOI: https://doi.org/10.46553/THAA.30.1.2022.p61-78

Resumen: El artículo propone un análisis de las posturas sobre la Reforma Universitaria a partir de la visita del fisiólogo catalán Augusto Pi y Suñer. En este sentido, si bien el objetivo de las actividades de la Institución Cultural Española fue invitar profesores españoles para que ofrecieran conferencias en las casas de estudio de la Argentina, en esta oportunidad coincidió que el visitante también fuera un protagonista de la reforma en España, por lo que se desplegó un arco de solidaridad con el movimiento estudiantil argentino. La élite dirigencial de las instituciones españolas buscaron apoyar y colaborar en la regeneración de España a partir de una acción institucional permanente y a su vez, buscar elevar el prestigio de España en la Argentina.

Palabras clave: Redes académicas, regeneración, universidad, reforma universitaria, elites.

Abstract: The article proposes an analysis of the positions on university reform based on the visit of the Catalan physiologist Augusto Pi y Suñer. In this sense, although the objective of the activities of the Spanish Cultural Institution was to invite Spanish professors to offer lectures in the houses of study in Argentina, on this occasion it coincided that the visitor was also a protagonist of the reforms in Spain, for which an arc of solidarity with the Argentine student movement was deployed. The leadership elite of the Spanish institutions sought to support and collaborate in the regeneration of Spain based on permanent institutional action and, in turn, seek to raise the prestige of Spain in Argentina.

Keywords: Academic networks, regeneration, university, university reform, elites.

Introducción

Durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1919 se produjo la llegada al país del Dr. Augusto Pi y Suñer, fisiólogo y catedrático catalán de la Universidad de Barcelona quien venía, invitado por la Institución Cultural Española, para ofrecer una serie de conferencias y clases prácticas en las casas de estudios de la Argentina[1]. En ese período de poco más de dos meses, ofreció dieciocho conferencias en la Facultad de Medicina de la UBA y recorrió, como era lo usual, otras instituciones de la ciudad de Buenos Aires y de otras provincias para brindar exposiciones de su especialidad y también sobre el estado de la cultura española[2].

Los temas sobre los que disertó estuvieron relacionados con su área específica de fisiología, sobre todo con investigaciones relativas a la “sensibilidad hipertrófica” y las “respuestas sensibles del organismo en la búsqueda del equilibrio”. La presentación del conferencista estuvo a cargo de Avelino Gutiérrez, en su carácter de presidente de la Institución Cultural Española y también como Profesor Titular de la Facultad de Medicina[3].

Culminado el ciclo de conferencias en la Universidad de Buenos Aires, su peregrinar continuó hacia las ciudades de Rosario, brindando una presentación en el Club Español de esa ciudad, y luego hacia la ciudad de Córdoba invitado por el Rectorado de la Universidad, para ofrecer un ciclo de tres conferencias en la Facultad de Ciencias. Médicas, completando su estadía con una disertación en la Facultad de Ingeniería[4].

Las principales conferencias que brindó en la Universidad de Córdoba, cuya presentación estuvo a cargo del Rector de la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Félix Garzón Maceda, rondaron los tópicos sobre los que se desempeñó en Buenos Aires; “Constitución de la individualidad” y “las vías de conocimiento del hombre”.

Fuera de su especialidad científica disertó sobre el “Estado cultural de España” y fundamentalmente sobre la “La influencia del movimiento de los estudiantes argentinos en las universidades españolas”[5], en momentos donde en la Argentina se vivían los procesos de apertura democrática a partir del gobierno radical de Hipólito Yrigoyen y la Universidad se había asimilado a esos tiempos con los sucesos de la Reforma Universitaria del 18, impulsado por las demandas por la autonomía universitaria, el cogobierno, el ejercicio de la libertad de cátedra y los concursos de profesores.

El papel de las universidades en el renacimiento cultural español

En el plano personal y biográfico, Augusto Pi y Suñer provenía de una familia de prestigiosos profesionales académicos. Su abuelo fue el médico y republicano federal, Francisco Suñer y Capdevilla, quien fue Ministro de Ultramar en el gobierno de Pi y Margall. La tradición médica continuó con su padre, el renombrado patólogo Jaume Pi y Suñer, compañero de Ramón Turró, médico y catedrático de la Universidad de Barcelona. Su hermano menor, Santiago Pi y Suñer (1893-1981) fue también médico e investigador científico dentro de la especialidad de endocrinología, cargo que desempeñó en la Universidad Central de Madrid. Además, Augusto contaba con una activa participación política, tanto universitaria como política en las filas del republicanismo. Por lo tanto, le sobraban credenciales al ilustre visitante para explayarse sobre los temas que, a su criterio, deberían ser las bases fundacionales de este renacimiento español.

La temática de la educación superior y de la universidad llevaron a Pi y Suñer a visitar el Colegio Mariano Moreno, el Instituto del Profesorado, la Universidad de La Plata, la Ciudad de Rosario y, como dijimos, la Universidad Nacional de Córdoba. Estas conferencias estuvieron destinadas al “renacimiento cultural de España”. Allí volvió a referir a los temas centrales de este proceso, que debería estar vinculado con las transformaciones en las universidades. En ese aspecto, la provincia de Córdoba y su universidad, se presentaron como el escenario ideal para explayarse sobre su propia experiencia en Barcelona, y de manera más general, sobre el rol de la educación superior.

La Reforma Universitaria argentina de 1918 era, según el fisiólogo, “una inspiración seguida con hondo interés desde España”. En efecto, el impacto de la experiencia argentina fue un estímulo para muchos ambientes universitarios de Iberoamérica. Lo interesante de la disertación de Pi y Suñer en Córdoba, fue la concepción de una universidad que estaba en un período de transición desde la “antigua” universidad cerrada y centralizada políticamente, y los procesos de apertura hacia la “autonomía” universitaria. Pues para el fisiólogo catalán, “nada más funesto para la producción cultural que el centralismo. Que tanto ha pesado sobre España ahogando en flor innúmeros esfuerzos”[6]. Siguiendo las reformas del Ministro de Instrucción, César Sillió, participó en la redacción de los estatutos para el Claustro de su Universidad, sin embargo, ese intento quedó clausurado por los cambios en la política nacional española. Luego, en el año 1933, ya con otros aires políticos, cuando finalmente la Universidad de Barcelona logró la autonomía, participó de su Patronato junto a figuras como Gregorio Marañón[7].

La tesis central de la exposición de Pi y Suñer, estuvo basada en la idea que las universidades, como extensión del Estado central y de su política, no ofrecía las condiciones necesarias para la recuperación cultural española, dado que como dijo en su conferencia, cuando comenzó a producirse el resurgimiento, la universidad resultó inferior a este resurgimiento. De esta forma, también a tono con las teorías regeneracionistas, la solución estuvo en las elites culturales e intelectuales, en las dirigencias de la mesocracia, en los pequeños y medianos productores que actuaban desde la sociedad civil, como espacio de lo pujante y al mismo tiempo como un reservorio de moral y ético. Al respecto, Pi y Suñer tomó los ejemplos europeos para graficar el proceso español:

La universidad ha de sufrir renovaciones periódicas, y este ejemplo nos lo dan los pueblos más cultos. Para salvar la Universidad inglesa, ¿no fue necesario reconstruir el King College? Cuando Napoleón quiso remozar a la Universidad francesa, ¿no tuvo que colocar a su lado el Colegio de Francia? En España acontece lo mismo (...) Al cumplimiento de esta necesidad respondió la benemérita Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Madrid, y, adaptándose a las particulares expresiones del espíritu catalán, la de un Instituto análogo en Barcelona: el Institut d'Estudis Catalans. Y lo mismo la Junta que el Instituto, han hecho mucho bien, no sólo a la vida de la cultura española, sino a la misma universidad española, que empieza también a renovarse[8].

En línea con esta mirada, fue la sociedad civil, con sus nuevas instituciones y sus élites, quienes impulsaron los cambios sociales y culturales en España. En un discurso que ofreció en la Asociación Patriótica Española, y que analizaremos después, Pi y Suñer graficaba esta idea afirmando que:

la Junta para la Ampliación de Estudios de Madrid y el Institut d'Estudis Catalans han hecho por la cultura española más que largos años de rutina, y Junta e Institut han visto elevarse frente a ellos los mismos enemigos, los enemigos históricos, aquellos que tienen de la Universidad un concepto fósil y burocrático y de la política un medio de medrar y de acondicionarse. Pero la obra no ha sido en vano, se levantará la Universidad renaciente a medida que una nueva y cálida organización permita dar valor a las iniciativas bien orientadas[9].

Ante la situación de marcado analfabetismo de la población y de ausencia de nombres españoles en los circuitos científicos internacionales, la renovación cultural española respondió con una iniciativa que partió desde la sociedad, por fuera de las instituciones estatales. La clave de este camino exitoso, fue para Pi y Suñer, la elaboración de una “conciencia colectiva que, si no ha penetrado aún en el espíritu de las masas incultas, sí lo ha hecho en las multitudes escolares, iluminando su camino”[10]. A partir de allí, con el intercambio de profesionales con otros centros análogos fuera de España, la creación de nuevas escuelas técnicas y centros de investigación, y de bibliotecas que, como la Biblioteca de Cataluña,

constituye el joyel de nuestra Barcelona, fundada a consecuencia de un grito de intelectuales pidiendo libros y más libros y que, en cinco años ha reunido alrededor de 60.000 volúmenes, todos interesantes, de la mayor modernidad y las colecciones de revistas científicas de que tanto adolecíamos[11].

Sin embargo y a pesar de esta descripción que dejó afuera a las universidades, Pi y Suñer era, en definitiva, un hombre de la academia catalana, y como tal, esperaba de la Universidad española otro protagonismo. Para él, su participación en esta empresa regeneradora era insoslayable y no podía demorarse por más tiempo, razón por la cual encabezó las demandas por su democratización y autonomía. Las universidades, “van despertando una tras otra, gracias a un movimiento intenso iniciado fuera de ellas, pero de la cual saldrán renovadas”[12], razón por la cual deberían ponerse a la vanguardia de este proyecto, para que, desde allí, formando sectores sociales dinámicos, bajaran hacia los sectores populares, educándolos y recuperándolos para la formación de una nueva colectividad española.

Estos temas referidos al renacimiento cultural español y al rol de las universidades, habían sido tomados por Pi y Suñer en otras instituciones. El 23 de agosto, en la conferencia que ofreció en los salones de la Asociación Patriótica Española (APE), disertó sobre los “Hombres representativos de la cultura española”.[13] En esa ocasión las asistencias también demostraron un alto interés por parte de la dirigencia de las asociaciones españolas y diplomática. Además de Avelino Gutiérrez, se dieron cita Pablo Soler y Guardiola, Embajador de España, Ramón Escasany (importante comerciante del ramo de la joyería y miembro encumbrado de la elite española en Argentina), Rafael Escriña (Administrador de El Diario Español, fue también Presidente del Club Español, en ese momento ocupaba también un puesto dentro de la Institución Cultural España), Ramiro Pico Bordoy (Vicepresidente de la Asociación Patriótica Española) y presidentes de sociedades españolas.

En esta conferencia ofrecida en la APE, el catedrático se permitió opinar sobre la reforma universitaria argentina, y aunque no ahorró elogios y se mostró esperanzado sobre los beneficios que le traería a la sociedad argentina en su conjunto, marcó sin embargo algunos reparos sobre los “modos” de los estudiantes. En este punto, Pi y Suñer avanzó sobre sus ideas reformistas, y buscando similitudes con el caso español afirmaba que hay iniciativas que deben

promoverse en la actual Universidad Autónoma, revolucionaria, tiránica si se quiere en que domine por un tiempo, como en las Universidades argentinas, el estudiante, tal vez precipitado pero libre de rutina y en que sea echado a la calle el profesor incapaz o deshonrado. Se opone en general a esta solución el temor a un maximalismo universitario. Pues bien; en este país está a la obra, y si es evidente que la nueva organización no se halla exenta de defectos y que de ninguna manera esta organización puede considerarse como una fórmula definitiva, como momento de transición, para depurar claustros y para terminar con los prestigios mal adquiridos, a dicha solución hay que ir, sin miedo, igual que un cirujano amputa un miembro gangrenado[14].

Nuevamente, teniendo en cuenta el clima de época en donde se desarrollaban estos sucesos, rondaba por los aires las máximas costistas del “cirujano de hierro”, que ofreció interpretaciones varias en todo el arco ideológico de esos tiempos. Tanto las fuerzas revolucionarias como conservadoras, dieron a esta idea “ejecutiva” el contenido que mejor se acomodó a sus propósitos. Lo cierto es que Pi y Suñer, creía necesario este tiempo transicional hacia una institucionalización definitiva que diera orden al trabajo científico.

En línea con estas palabras, que creemos altisonantes ante el auditorio en el que se encontraba, sobre todo con Avelino Gutiérrez, quien no fue muy entusiasta con el curso que tomaron los movimientos reformistas en la universidad, Pi y Suñer también se reunió con el Centro de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, en donde compartió un breve momento de intercambio. Allí quizás con más libertad y menos recato, el catedrático afirmó

sentirse gratamente impresionado por la compañía de jóvenes amigos, a los que consideraba compañeros de lucha en la pesada tarea de regenerar. Que junto a la juventud, él se sentía con más energía, ya que ahora como siempre, su ideal fue reformar, y nada más propicio para ello que una juventud entusiasta y llena de sanos ideales[15].

Para dar cuenta de las diversas miradas sobre los estrategias de reforma, recurriremos a la compilación realizada por Gabriel Del Mazo, quien fue un dirigente del movimiento estudiantil universitario argentino durante la Reforma Universitaria. En uno de sus volúmenes incorporó en sus trabajos un discurso ofrecido por Pi y Suñer en la provincia de Córdoba durante su breve estadía en aquellos días de septiembre de 1919[16]. En esa oportunidad reconoció la influencia del movimiento argentino en los procesos de redacción de los estatutos de las universidades españolas. Allí no dudó en indicar que el origen de la renovación de la vida universitaria fue consecuencia principalmente de la “presión ejercida por los escolares en los congresos universitarios” para luego “influenciar” positivamente al resto de la sociedad española.

La “Autonomía” universitaria en España ganó cada vez más espacio en el debate público e implicó a todos los nombres de relevancia del mundo académico español. Uno de ellos, Rafael Altamira, expuso los principales desafíos que debían encarar las casas de estudio para comenzar con su tarea transformadora. En una conferencia ofrecida en la Argentina y que luego fue publicada en la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, el profesor de la Universidad de Oviedo profundizó sobre las demandas que giraron en torno a la autonomía universitaria[17].

La problemática de la autonomía era, a criterio de Altamira, una cuestión que no marcaría por sí misma la mejora de las instituciones, debían operar además otros factores, marcando de esta forma ciertos matices con otras opiniones que referían a las tareas pendientes. En este sentido, prestó gran atención al “medio ambiente” y a la recepción de la Universidad en la sociedad y en la muy probable asfixia financiera que pudieran tener las universidades, una vez que el Estado retirara su apoyo.

Volviendo al desafío de “influenciar” al “medio ambiente” a través de la acción de las “multitudes escolares”, para el profesor ovetense la clave radicaba en el compromiso de los actores intervinientes en la vida universitaria que, partiendo del cuerpo de profesores y su compromiso, debía extenderse en la acción decidida de los estudiantes para acrecentar la acción positiva de la Universidad en la sociedad. Si la Universidad como institución, era absorbida por el Estado y su profesorado se transformaba en una simple “nómina”, su vida interna rápidamente se convertiría en un engranaje más de la “burocratización” de las actividades. Por el contrario, si había una posibilidad del mejoramiento de las universidades, como una vía más para la regeneración social, era que se integrase al cuerpo social e inyectara sus mejoras a través de la acción de sus profesores y sus estudiantes. Como parte de este principio, se entendían la creación de las “Extensiones universitarias” y la anexión de “bibliotecas” y “ateneos” dentro de una política más abarcativa e integral.

Otra de las posiciones sobre los desafíos que debía encarar la Universidad, la ofreció Wenceslao Roces, activo miembro por la transformación educativa de España y miembro del Partido Comunista, quien con más vehemencia y menos recato que Altamira, expuso los problemas principales, que, a su criterio, tenía el sistema universitario de su país. Para Roces, uno de los principales desafíos de la Reforma tenía que ver con la transformación del claustro de profesores universitarios, los “hidalguillos raídos”, como los denominó en sus escritos, que estaban fosilizados en las nóminas y defendían la “libertad de no enseñar”[18]. En esta descripción realizada por Roces sobre el profesorado de las universidades españolas, se puso el acento sobre cuestiones “individuales” o en su defecto, como un “espíritu de cuerpo” que no estaba dispuesto a perder sus privilegios dentro del “orden institucional” universitario. No se hizo mención a un carácter “clasista” de los profesores universitarios, o menos aún, como una extensión necesaria para el mantenimiento del status quo, que proveía al poder político una basa para el control del ascenso social de los sectores medios en la España regeneracionista.

Al igual que Altamira, Roces también se refirió al “medio ambiente” que se generaba alrededor de la universidad. La falta de integración de la institución con la vida social, hizo que fuera concebida como “una ruta de paso” por quienes pasaron por sus cursos, sin compromiso político y con el solo fin de lograr la titulación. Esta situación, descripta tanto por Pi y Suñer, Altamira y Roces y otros protagonistas del movimiento, abonaba un escenario de aislamiento, languidez y anquilosamiento de la vida universitaria y la declinación de la universidad en beneficio de los centros confesionales y los privados. Además de lograr la autonomía y las posibilidades de financiamiento que fue una preocupación central en el artículo de Altamira, había que lograr también la “libertad de cátedra” para que, según Roces, en un período de veinte años, se pudiera lograr un florecimiento de la vida universitaria española, y para ello se debía contar con el compromiso de las “multitudes escolares”, que debían dejar de ser “aves de paso” y convertirse en protagonistas de la regeneración.

Sin perder de vista este aspecto central de la labor estudiantil, Pi y Suñer visitó el Centro de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, quizás marcando de esta manera una nota distintiva con respecto al resto de los profesores visitantes traídos por la Institución Cultural Española. Los estudiantes de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, poseían un local propio, hecho que los diferenciaba del resto de sus camaradas de otras facultades, gracias al acuerdo alcanzado con el Círculo Médico Argentino, quien le cedió un espacio ubicado en la Avenida Corrientes, de la Ciudad de Buenos Aires[19]. En esta breve recorrida estrechó sus vínculos con los reformistas porteños, creando un arco de solidaridad marcado no sólo por sus profesiones, sino también como cofrades de una misma causa regeneracionista. En este aspecto, el fisiólogo catalán recorrió la biblioteca, la imprenta y los salones del centro, donde fue recibido calurosamente por los estudiantes. Luego de los elogios a la sede social del centro, Pi y Suñer señaló que allí no había división de nacionalidades, pues eran “compañeros de lucha en la pesada tarea de regenerar” marcando un espacio común que ya se manifestaba en la creciente interacción entre la Reforma Universitaria argentina y sus resonancias en Iberoamérica[20].

Un año después de su visita al Río de la Plata, Pi y Suñer plasmó sus impresiones en la Revista Española de Medicina y Cirujía[21]. En esta publicación mensual, el fisiólogo catalán no ahorró halagos para con los países rioplatenses. Al respecto afirmaba “no conoce España el enorme vigor de esas jóvenes repúblicas que, al cumplir el Centenario de su Independencia, nos dan lecciones de madurez y de buen juicio”. A su juicio, una de las claves de las grandes ciudades rioplatenses y de su progreso, fue sin duda el creciente cosmopolitismo y esta renovación cultural fue eliminando paulatinamente uno de los males, que según Pi y Suñer afecta a los españoles: “su creciente indiferencia por lo ajeno y el no querer enterarse, con la presunción de que lo propio es lo mejor y nada hay que aprender de los demás.”La enseñanza que rescató de su viaje fue que en parte, el éxito de estas “nacientes” repúblicas americanas se debió a la “iniciativas particulares” y han sido ellas las que generaron “la consideración de que hoy disfrutan”. Las lecciones para España estaban allí en América como un ejemplo a seguir para España.

La política de la Institución Cultural Española fue una acción determinante en el intento de acercar ambos mundos académicos y de favorecer el diálogo entre las elites intelectuales, buscando achicar la brecha que separaba a España con el resto de las potencias europeas en el medio argentino. Las políticas agresivas de los Estados Unidos para la región favorecieron esta construcción política y cultural del hispanoamericanismo durante las primeras décadas del siglo XX, que se manifestó en la literatura, la pintura y también en acciones como la de la Institución Cultural, buscando un reencuentro de las naciones sobre la base común de las artes y las ciencias.

El “renacimiento” cultural de España en las conferencias de Pi y Suñer

Siguiendo las líneas y objetivos que dieron origen a la Institución Cultural Española, las presentaciones públicas del fisiólogo no fueron solamente aquellas orientadas a difundir sus investigaciones científicas en ambientes estrictamente académicos. También buscaron el objetivo más deseado por las élites intelectuales españolas de ambas orillas del Atlántico: colocar nuevamente a España en el sitial de las naciones del mundo más avanzadas cultural y científicamente. Las disertaciones que se ofrecieron en el marco de los agasajos y homenajes, recorrieron la Institución Cultural Española, el Club Español, la Asociación Patriótica Española, la Sociedad Científica Argentina, la Academia Nacional de Medicina, entre otros ámbitos. Advertimos, por las fechas en que se pronunciaron, que Pi y Suñer fue intercalando clases magistrales, con discursos de carácter cultural y político, éstos últimos claramente descansaron sobre la legitimidad y el prestigio de los primeros. La irradiación de su palabra, puertas afuera del ámbito académico no podría estar separada de ella sino más bien vinculada a su labor como científico.

Las lecturas que podrían extraerse sobre esta serie de discursos que analizaremos a continuación, tienen como objetivo dejar asentado algunas de las acciones destinadas a publicitar aquellos adelantos que España comenzaba a obtener en las artes y en las ciencias. En un segundo lugar, aún sin mencionarlo, quedaban expuestas como un claro mensaje el lugar que América, y por supuesto la élite dirigente de la colectividad, debía protagonizar en el “resurgimiento” español: No sólo había que copiar y mirar a Europa, los españoles de América podían aportar su experiencia y sus conocimientos, además de sus capitales en el proceso regenerador español.

En este análisis, el discurso del 6 de septiembre de 1919 en la velada de la Institución Cultural Española ofrecido, entre otros, por el Dr. Avelino Gutiérrez, mostraba a las claras estas dos grandes ideas, que iban entrelazándose, a veces mimetizándose, en boca de todos los interlocutores[22]. Gutiérrez dejó en claro que:

el renacimiento de España se inicia vigorosamente y hay señales de que ha de perdurar. Nos lo dice la aparición de figuras culminantes como un Cajal, un Turró, un Menéndez Pidal, un Ortega y Gasset, un Rey Pastor, un Julio Antonio, un Eugenio D´Ors, nos lo dice la pléyade de investigadores que vienen con ellos y que surgen en distintos puntos de España entre los cuales nos contamos[23].

Estas figuras resultaban emergentes de un clima cultural y de la transformación social española. Estos factores se explicaban a su vez por la aparición de nuevas instituciones destinadas a generar conocimientos científicos para transformarlos en cambios culturales. Para materializar este progreso, que era comprendido a un mismo tiempo como moral, espiritual, cultural y también político, la regeneración fue llevada adelante por las fuerzas vivas de la sociedad civil, y en ella, los sectores señalados eran las élites culturales, intelectuales y por qué no, también la pequeña burguesía que buscaba siempre ampliar los márgenes de su participación política e influencia social. Éstos cambios deberían ser acompañados por el Estado, pero se había dejado bien en claro que no era esta institución ni tampoco su clase política, los encargados de la regeneración, ya que no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Retomando la “importancia de los ejemplos” como vehículo para el contagio de estas energías regeneradoras, el discurso de Pi y Suñer de esa noche del 6 de septiembre, guardaba una serie de supuestos que no fueron necesarios aclarar en ningún momento, pues como decía el mismo catedrático, les agradecía a estos “hombres escogidos” el haberse dado cita esa noche. Quedaba claro el mensaje: el renacimiento cultural español estaba en manos de las elites culturales; esas mesocracias deberían ser las emprendedoras y gestoras del cambio, en definitiva, el legado más importante del “noventayochismo” español. Todos en ese auditorio compartían esa visión, Pi y Suñer, no hizo más que dar por sentado estas visiones cuando afirmaba:

esta España que resurge, que produce ya grandes hombres, que entrará segura en el camino de la vida moderna. Esta España que hay que labrar a escoplo y martillo, que plasmar para sacar lo diferenciado de lo amorfo, que hay que sacudir, que hay que estimular porque no olvidemos que en la carrera frenética del progreso los demás pueblos no se retrasan. ¡Desgraciados los pueblos que no producen aquellos espíritus descontentos, disconformes, protestatarios que movidos por un acendrado amor, dicen muchas veces cosas desgarradoras! Las naciones como los individuos sufren a la larga la suerte que merecen, la humanidad no perdona a los débiles, y la grandeza no la dan hoy las armas; ved el reciente espectáculo. Los pueblos para ser éticamente fuertes han de sentir su personalidad, han de crear ideales colectivos, han de levantar el nivel de sus masas populares y han de producir grandes prestigios (...) estos hombres devuelven hecha conciencia al pueblo su personalidad[24].

En las primeras décadas del siglo XX, el ascendente clima de “igualitarismo” que se vivía en las incipientes democracias de masas, no dejaba lugar para aquellos espacios de distinción a que se creían acreedores las elites culturales e intelectuales. Por ello mismo, los académicos y científicos de ambas márgenes del océano, compartieron esta mirada sobre el lugar que necesariamente deberían ocupar en la tarea que tenían por delante. En el discurso de cierre a su ciclo de conferencias en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Bernardo Houssay, saludaba a Pi y Suñer y subrayaba que ambos países tenían

problemas culturales y éticos parecidos, la misma necesidad de impulsar el desarrollo de las ciencias puras para cimentar una cultura verdaderamente digna de nosotros. Debemos sacudir las mismas inercias, la misma incomprensión de algunas orientaciones científicas y debemos aprender a desenvolver las mejores capacidades[25].

En este sentido, el discurso ofrecido por Pi y Suñer en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Córdoba, reforzaba este argumento alegando que, para él, las multitudes escolares deben guiar a las “masas incultas populares”, hacia el camino de la regeneración. Para ello es necesaria la instrucción escolar, pero sólo era una herramienta para conformar una sociedad ética y moral, base de la regeneración cultural española[26]. Como afirmaba Gutiérrez con su discurso,

ahora vosotros surgís con grandes bríos y emocionantes anhelos, mejor que mejor, intensificad la cultura, cread escuelas, laboratorios, institutos técnicos, institutos científicos, bibliotecas, haced ambiente espiritual y moral, mucho ambiente, todo eso será bendecido e imitado, porque nada enseña más que el ejemplo[27].

El segundo aspecto de nuestro análisis, es remarcar la intención por parte de la elite española rioplatense de influir sobre el devenir de España. Esta intención se convirtió no sólo en una expresión de deseos, sino en acciones institucionales, que se tornaron en una decisión política. Rafael Calzada ya lo indicaba en el año 1903, cuando ofreció una conferencia titulada “Hay que americanizar España”[28], en respuesta a uno de los tópicos más significativos de la literatura regeneracionista, y sobre todo a las conferencias de Joaquín Costa que se cristalizaron en el libro Reconstitución y Europeización de España. Programa para un partido nacional, publicado en el año 1900.

El artículo de Calzada se publicó en El Correo Español de Buenos Aires en el año de 1903. Esos fueron los años de la creación de la Liga Republicana Argentina, que presidiría el propio Calzada y sería secundado por figuras como Carlos Malagarriga. En el artículo, se desarrollaba una de las conclusiones a las que llegaba el abogado republicano y era que, en América, los españoles podían desarrollar todas sus capacidades y realizarse económica y socialmente, fundamentalmente porque no había resabios monárquicos, sino que se vivía en un clima de libertad donde imperaba el sistema republicano. Más allá de las conveniencias de los tiempos políticos en los que Calzada buscaba ser electo para las Cortes españolas como diputado rioplatense, hecho que lograría unos pocos años después, había en sus argumentos sólidas razones que se recuperaron en alguno de los discursos que, en 1919, pronunciaron tanto Gutiérrez como Pi y Suñer.

En un discurso mucho más moderado y diplomático, Gutiérrez trocó el “fogoso” escrito de Calzada, cambiando los términos “fanatismo” religioso y político, por frases menos ofensivas para su anfitrión. Sin embargo, la esencia de la idea seguía conservando toda su potencialidad. Los españoles de América, debían coparticipar del “renacimiento cultural” español. Gutiérrez afirmaba que, en América, los españoles aprendieron a “convivir” en la unidad a pesar de sus diferencias, tanto regionales como políticas. En este caso, América fue una escuela de aprendizaje y por eso afirmaba que “la Institución Cultural Española está centrada en el alma de la España total e indivisa, ya que para nosotros no cuenta por nada el origen”[29]. Parte de estos argumentos fueron tomados también por Pi y Suñer quien asentía al decir “cuán cierto es que los españoles de aquí comprenden con mayor clarividencia que los de allá los problemas de España y dan más fácilmente con la resolución adecuada. No turba la pasión sus ojos y a distancia ven con exacto relieve la situación de España”[30].

El corolario de este intercambio podría encerrarse en el siguiente razonamiento: Si para los españoles de América, España se constituiría en el centro de unión con base en la lengua y la cultura, para los españoles de la península, América, y sobre todo la Argentina, debería ser el inicio del camino de cooperación hacia la reconstrucción española. Así lo entendió el fisiólogo catalán, quien en su discurso en el Agasajo que le brindó la Asociación Médica Argentina, pedía establecer:

una solidaridad cultural, una coordinación, una unidad, sea lo mejor de ambos países que imponga las normas y constituyamos nuestro imperio intelectual bien distinto y bastante más estable que los imperios que se fundan en la fuerza de las armas, en la imposición y en la violencia[31].

Consideraciones finales

La visita de Pi y Suñer a la Argentina se dió en el marco de la circulación de profesores de Argentina y España, auspiciado por el Instituto Cultural de España y la Junta para la Ampliación de Estudios de Madrid. El académico catalán, integró un listado de ilustres visitantes como Ortega y Gasset, Rey Pastor, Américo Castro y otros.

Nuestro artículo busca reflejar un aspecto de la visita de Pi y Suñer, que estaba vinculado a su participación en la Reforma universitaria española y a sus vínculos y camaradería que estableció con los reformistas argentinos. En este aspecto, si bien no fue el objetivo principal de su viaje a la Argentina, sí estableció una referencia política y generacional, con el movimiento estudiantil argentino.

En el marco de las producciones referidas a la regeneración española, a partir de las críticas de fin de siglo al “turno pacífico” y a la crisis del 98, comenzaron a surgir diagnósticos y propuestas para la recuperación de España. Allí si bien, en principio, se daba especial importancia a las “fuerzas vivas” de la sociedad como las ligas agrarias, de productores y a las pequeñas burguesías urbanas, rápidamente la temática de la necesidad de una Universidad de cara a la sociedad se hizo presente. En este aspecto, se entendió que las tareas de las “élites culturales” y las “multitudes escolares” ocuparían un lugar central, como vehículo de elevación del nivel cultural y social de las “masas”.

Sin embargo, observamos que los nombres analizados poseían algunos matices que fue necesario resaltar. Mientras que para Pi y Suñer la autonomía debía ser un aspecto crucial para cortar el lazo perverso que lo unía con la “casta política” de los caciques y con el Estado, observamos que Rafael Altamira aun valorando la deseada independencia de la vida universitaria, apuntó a la importancia del financiamiento como un aspecto central para no dejar en orfandad el funcionamiento de las instituciones de la educación superior. El otro tema muy importante para el profesor ovetense estribaba en la necesaria influencia sobre el “medio ambiente” como un espacio central para crear los consensos y la “opinión” que ayudara a la regeneración.

Wenceslao Roces hizo especial hincapié en el cuerpo de profesores como una rémora de una sociedad española anclada en el pasado. Desde esta mirada, la libertad de cátedra se presentó como una necesidad inmediata a la hora de recuperar a la universidad. Si bien los tres autores estudiados compartían el diagnóstico y también los pasos a seguir, observamos cómo cada uno de ellos planteó aspectos diversos de un mismo problema.

Para finalizar, las élites de las mesocracias de las instituciones españolas del país, como por ejemplo Avelino Gutiérrez, creyó ver en la regeneración española un espacio muy importante para la participación de los españoles emigrados hacia América. De tal manera, compartiendo muchos de los diagnósticos con los profesores españoles invitados por la Institución, entendía que las pruebas de ascenso social y superación de los emigrados, los hacían merecedores de un lugar en la regeneración española.

Notas

[1] La Institución Cultural Española, inició sus actividades a través de la Cátedra de Cultura Española en el mes de septiembre de 1914 con la visita de Ramón Menéndez Pidal. Sería el primero de una lista de nombres muy prestigiosos para el mundo Iberoamericano: Rey Pastor, Ortega y Gasset, Olarriaga, el propio Pi y Suñer a quien dedicamos esta investigación, Adolfo Posada, Américo Castro, Jiménez de Asúa, Eugenio D´Ors, entre otros. La labor desarrollada por la Institución Cultural Española impulsada principalmente por la iniciativa del Dr. Avelino Gutiérrez, se enmarcó dentro de un proceso social, cultural y político específico. En primer lugar, era dar a conocer los adelantos de la ciencia española en América. El segundo objetivo a perseguir fue la creación y establecimiento de puentes y redes intelectuales y académicas, práctica que se inició con el desastre del 98 en Hispanoamérica. El tercer objetivo era la importancia de estas actividades buscando contrarrestar los prejuicios que la sociedad porteña tenía, ya desde mediados del siglo XIX, para con España y los inmigrantes españoles.
[2] Además de sus conferencias en la Facultad de Medicina, Pi y Suñer ofreció disertaciones en otras instituciones, tanto de la Ciudad de Buenos Aires como del interior del país y también en la Ciudad de Montevideo, Uruguay. En Buenos Aires, hemos constatado su presencia en la Sociedad Científica Argentina, en la Academia de Medicina, en la Asociación Médica Argentina, en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Realizó actividades de carácter comunitario entre los españoles, visitando el 24 de julio las oficinas administrativas de El Diario Español. También asistió al Club Español, a la Asociación Patriótica Española, Centre Catalá y el Orfeón Catalán. Dentro de su itinerario académico por el país, ofreció conferencias en la Universidad de La Plata, la Universidad de Córdoba y en la Ciudad de Rosario.
[3] Las conferencias que brindó en la Facultad de Medicina de la UBA, desde el 26 de julio hasta el 9 de septiembre, fueron las siguientes: 1 - El concepto de unidad fisiológica; 2- Correlaciones micelares e influencias intercelulares; 3- Correlaciones químicas; 4- Correlaciones nerviosas; 5- Reflejos internos; 6- La inervación respiratoria; 7- Reflejos secretores; 8- La sensibilidad trófica; 9- Reflejos tróficos; 10- Correlaciones neuroquímicas; 11- Los factores de la regulación nutritiva y funcional; 12- Adaptaciones metabólicas; 13- Tono y trofismo; 14- Función y forma; 15- La unificación individualizadora; 16- La sistematización nerviosa y la individualidad psíquica; 17- Lo inconsciente y lo consciente; 18- Vida y conocimiento.
[4] “Partida del Dr. Pi y Suñer a Rosario”, El Diario Español (10 de septiembre de 1919); y “El Dr. Pi y Suñer en Córdoba”, El Diario Español (17 de septiembre de 1919).
[5] Ambas conferencias han sido publicadas en el país. El primero fue publicado por la Revista de la Universidad de Córdoba y la segunda conferencia fue recogida por la compilación realizada por Gabriel Del Mazo. Ambos textos han sido analizados en este artículo.
[6] El Diario Español, “Asociación patriótica española. Conferencia del Dr. Pi y Suñer” (23 de agosto de 1919).
[7] Santiago Videal I Sevilla, “August Pi i Suñer, Professor”, en: Homenatge al Doctor August Pi i Sunyer. Professor a la Universitat de Barcelona, Institut D´Estudis Catalans (Barcelona: Agustí Nuñez Impressor, 1966).
[8] “El curso de Don Augusto Pi y Suñer”, en: Anales de la Institución Cultural Española (Tomo Primero 1912-1920, Buenos Aires: Institución Cultural Española, 1947), 394-471. Destacado en el original.
[9] “Asociación patriótica española. Conferencia del Dr. Pi y Suñer”, El Diario Español (23 de agosto de 1919), 4.
[10] “El curso de Don Augusto Pi y Suñer”, 455.
[11] “El curso de Don Augusto Pi y Suñer”, 455.
[12] “El curso de Don Augusto Pi y Suñer”, 455.
[13] “Asociación patriótica española. Conferencia del Dr. Pi y Suñer”, El Diario Español (23 de agosto de 1919), 4.
[14] Asociación patriótica española…, 4.
[15] “Fiesta en nuestra casa”, en: Revista del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina (Buenos Aires: Círculo Médico Argentino, Año 1919), 971-973.
[16] Augusto Pi y Suñer, “La influencia del movimiento de los estudiantes argentinos en las universidades españolas. (1918)”, en: La Reforma Universitaria (Documentos complementarios que se refieren a la acción directamente social del movimiento estudiantil argentino), compilado por Gabriel Del Mazo (Buenos Aires: Publicaciones del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina, Taller Gráfico Ferrari Hnos., 1927), 197-200.
[17] Rafael Altamira, “El problema de la autonomía en las universidades españolas”, Revista de la Universidad de Córdoba, Año 6, nro. 9-10 (noviembre – diciembre de 1919), 112-124.
[18] Wenceslao Roces, “La Reforma argentina, ejemplo en España”, en: La Reforma Universitaria…, 110-114.
[19] Luciana Carreño, “Los caminos de la Reforma Universitaria. Sociabilidad y vida estudiantil en los centros de estudiantes de Buenos Aires (1918)”, Revista Quinto Sol, Vol. 22, Nº 1 (enero – abril 2018), 1-22.
[20] “Fiesta en nuestra casa”, Revista del Centro de estudiantes de Medicina (Buenos Aires, Imprenta Círculo Médico Argentino, 1919), 970-973.
[21] Augusto Pi y Suñer, “Unas palabras”, Revista española de medicina y cirugía, Nro. 25 (Julio de 1920), 347-348.
[22] Asistieron al homenaje además del Presidente de la Institución Cultural, Dr. Gutiérrez, el embajador de España, Ministro Soler y Guardiola y el Decano de la Facultad de Medicina, Dr. Lanari, entre los más destacados asistentes.
[23] “Discurso de Avelino Gutiérrez en la velada de la Institución Cultural Española”, El Diario Español (6 de septiembre de 1919), 3. El subrayado es nuestro.
[24] “Discurso de Avelino Gutiérrez…”, p. 3, c.1, a 4. El subrayado es nuestro.
[25] “Discurso del Dr. Bernardo Houssay, brindado en el cierre del ciclo de conferencias del Dr. Pi y Suñer en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires”, El Diario Español (9 de septiembre de 1919), p. 3, c. 4-5.
[26] Augusto Pi y Suñer, “El renacimiento cultural de España”, en: Anales de la Institución Cultural Española (Tomo Primero 1912-1920, Buenos Aires: Institución Cultural Española, 1947), 452-457.
[27] “Discurso del Dr. Bernardo Houssay…”, 3, c.1, a 4.
[28] Rafael Calzada, “Hay que americanizar España”, El Correo Español (23 de octubre de 1903).
[29] “Discurso pronunciado por el Dr. Pi y Suñer en el Homenaje a su persona realizado por la Asociación Médica Argentina”, El Diario Español (26 de septiembre de 1919), 3. c. 6. Esta declaración estaba en línea con una postura frente a las divisiones de España, a pesar de que, si repasamos la historia de los emigrados españoles en el Río de la Plata, lejos estuvo esta declaración de plasmarse en los hechos. Por el contrario, hemos observado diferencias y divisiones políticas, periodísticas, regionalistas e institucionales a lo largo del siglo XX y primeras décadas del XX.
[30] “Discurso pronunciado por el Dr. Pi y Suñer…”, 3. c. 6.
[31] “Discurso pronunciado por el Dr. Pi y Suñer…”, 3. c. 6.
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