Editorial

Notas del Director

Director's Notes

José Carlos Caamaño
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Teología. , Argentina

Revista Teología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0328-1396

ISSN-e: 2683-7307

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 61, núm. 143, 2024

revista_teologia@uca.edu.ar



Nota del Director

Jesús no fue un predicador solitario. Su vida pública se inicia con un encuentro, en el Jordán, a la vista de todos, para ser “presentado”, por su pariente Juan el Bautista.

En esa inauguración queda clara la fuente de su conocimiento, es el Hijo, ungido por el Espíritu. Su sabiduría no es el resultado de un proceso ascensional de purificación de la episteme, sino que brota de una comunión originaria.

Parte de la inauguración de esta misión está constituida por el llamado a un grupo de doce que lo acompañarán en su tarea. Un grupo heterogéneo, incómodo, que no comprende con facilidad la pretensión del Señor. Esta dificultad no mueve a Jesús a hacer una nueva convocatoria dada la pobreza de medios de sus colaboradores. Al contrario, desde ellos sigue todo, amplía la comunidad, enseña que si los llamados no responden a la convocatoria hay que salir a los caminos, a los establos, a todos, a todas partes. Que los últimos son los elegidos. Que los “selectos” son despreciados del mundo.

Su “secreto mesiánico” no consistía en un conjunto de saberes reservados para dos o tres iniciados, sino en la exigencia de la pedagogía que requería abrir el corazón, para descubrir que el cumplimiento de su misión llegaría atravesando con radicalidad el dolor y la derrota en términos humanos.

Allí donde existía una exclusión estructural Jesús integraba; donde había una herida insalvable, sanaba; donde la religión obstaculiza, Dios aparece como Señor de la misericordia.

En la cruz queda solo. No hay reclamo, sólo un misterioso clamor en el seno de la intimidad con su Padre que queda como paradigma del grito de quien sufre la injusticia y finalmente sabe, como Job, que Dios debe ser conocido dejándose abrazar por su misterio.

La sinodalidad, camino que está recorriendo la Iglesia, no es una táctica, sino que corresponde a su modo de ser. Pero esto es así porque hunde sus raíces en la urdimbre de la vida de Jesús. Esta trama es solidaria, servicial, franca. Jesús es así entre nosotros porque es reciprocidad y entrega eternas con el Padre y el Espíritu. Nos llama a un modo de ser diverso y que lleva a la felicidad. Como leemos en Mt. 20, 25-26 «Ustedes saben que los que gobiernan a los pueblos se portan como sus amos, y que los grandes señores imponen su autoridad sobre esa gente. Pero entre ustedes no debe ser así».

Nuestra propuesta editorial en esta ocasión consiste en un conjunto de textos que nos permiten ahondar en este llamado de Francisco a ser una Iglesia Sinodal. Estamos viviendo un proceso inédito en la historia de nuestra comunidad eclesial, llamada como nunca a ser sacramento de una fraternidad universal. Esperamos que este número de nuestra publicación ayude a este propósito.

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