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Atanasio de Alejandría - Carta sobre los Salmos
Alberto Carlos Capboscq
Alberto Carlos Capboscq
Atanasio de Alejandría - Carta sobre los Salmos
Revista Teología, vol. 59, núm. 137, pp. 185-219, 2022
Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires
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Apéndice

Atanasio de Alejandría - Carta sobre los Salmos

Alberto Carlos Capboscq
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, Argentina
Revista Teología
Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina
ISSN: 0328-1396
ISSN-e: 2683-7307
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 59, núm. 137, 2022


De nuestro santo padre Atanasio, arzobispo de Alejandría, a Marcelino, acerca de la interpretación de los Salmos
Introducción

[12A] 1. Querido Marcelino, te admiro por tu propósito en Cristo, pues soportas bien la presente prueba, no obstante, los múltiples padecimientos en ella, así como tampoco descuidas la ejercitación [espiritual]. Pues conociendo de parte de quien traía tu carta cómo, en efecto, vives incluso en la enfermedad, vine a saber que te ocupas con toda la divina Escritura, pero más intensamente con el Libro de los Salmos y disputas tratando de captar el sentido que tiene cada Salmo. Y por eso, por cierto, te apruebo, teniendo también yo un gran amor por ese Libro, como asimismo hacia toda la Escritura. Y, estando pues así, me encontré una vez con un diligente anciano, y quiero escribirte también a ti lo que precisamente aquél, asiendo en su mano el Salterio, me expuso detalladamente. Pues hay cierta gracia y fuerza persuasiva [12B] en lo razonable de su relato.

Los Salmos en las Sagradas Escrituras

2. Toda nuestra Escritura, oh hijo, tanto la Antigua como la Nueva, es inspirada por Dios y provechosa para la enseñanza, como está escrito,[1] pero el Libro de los Salmos tiene cierta nota persuasiva propia.[2] Pues cada libro [de la Escritura] sirve a su propio anuncio y lo da a conocer, como por ejemplo el Pentateuco: la generación del mundo y los hechos de los Patriarcas, la partida de Israel desde Egipto y la prescripción de la legislación. El Triteuco:[3] el reparto [de la tierra] y los hechos de los Jueces, y la genealogía de David. Los Reyes[4] y Paralipómenos:[5] los hechos de los reyes. Esdras: la liberación de la cautividad y el retorno del Pueblo, y la edificación del Templo y de la ciudad [de Jerusalén]. Los [12C] Profetas: profecías acerca de la venida del Salvador,[6] y advertencias acerca de los mandamientos y censuras contra las transgresiones, y profecías para los paganos. Pero el Libro de los Salmos, en verdad, es como un paraíso: conteniendo en sí las cosas de todos [los otros], las canta y, de nuevo, al salmodiar muestra con ello también lo que le es propio.[7]

3. Pues las cosas del Génesis se salmodian en el [Sal] 18(19): “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la hechura de sus manos anuncia el firmamento” (Sal 18[19],2); y en el 23(24): “Del Señor es la tierra y la plenitud de ella, el orbe y todos los que habitan en él. Él sobre mares la fundó” (Sal 23[24],1–2).

Las del Éxodo y los Números y del Deuteronomio se cantan bellamente en el Sal 77(78) y en el Sal 113(114), diciendo: “A la salida de Israel desde Egipto, de la casa [13A] de Jacob desde un pueblo bárbaro, se hizo a Judea su santuario, a Israel su potencia” (Sal 113[114],1–2). Pero se salmodian también estas cosas en el 104(105): “Envió a Moisés, su siervo, y a Aarón, a quien eligió, a él; puso en ellos las palabras de sus señales y prodigios en la tierra de Cam. Envió tinieblas y entenebreció, y exacerbaron las palabras de Él. Mudó sus aguas en sangre y mató sus peces. La tierra de ellos hizo brotar ranas, en las alcobas de sus reyes. Dijo y vinieron tábanos y mosquitos en todos sus confines” (Sal 104[105],26–31). Y, en suma, todo este Salmo y también el 105(106) se descubre que están escritos sobre las mismas cosas.

Y lo que hace al sacerdocio y a la Tienda se proclama en el “final de la Tienda”,[8] en el Sal 28(29): “Ofrezcan al Señor, hijos de Dios; ofrezcan al Señor hijos de carneros; ofrezcan al Señor gloria y honor” (Sal 28[29],1).

[13B] 4. Las cosas acerca de Josué y de los Jueces se muestran de alguna manera en el 106(107), que dice: “Y constituyeron ciudades para habitar, y sembraron campos y plantaron viñas” (Sal 106[107],36–37). Pues bajo Josué les ha sido repartida la tierra de la promesa. Pero al decirse constantemente en ese mismo Salmo: “Y clamaron al Señor cuando estaban atribulados y de sus necesidades los sacó” (cf. Sal 106[107],6.13.19.28), se significó el Libro de los Jueces, pues entonces, cuando ellos clamaban, suscitaba jueces según la ocasión y salvaba al Pueblo de los que lo atribulaban.

Y las cosas de los Reyes de alguna manera se salmodian en el 19(20), al decir: “Éstos en carros y éstos en caballos, pero nosotros en el nombre del Señor, nuestro Dios, nos engrandecemos. Ellos fueron apresados y cayeron, pero nosotros nos alzamos y erguimos. [13C] Señor, salva al rey y escúchanos en el día en que te invocamos” (cf. Sal 18[19],8–10).

Lo que hace a Esdras se canta en el 125(126), de “las subidas”:[9] “Al convertir el Señor la cautividad de Sión, llegamos a ser como consolados” (cf. Sal 125[126],1); y de nuevo en el 121(122): “Me alegré en lo que se me ha dicho: «A la casa del Señor iremos»; estaban puestos nuestros pies en los atrios de Jerusalén. Jerusalén, edificada como ciudad, cuya comunidad está [abocada] a lo mismo”. Pues allí subieron las tribus, las tribus del Señor, testimonio para Israel” (cf. Sal 121[122],1–4).

5. Por otra parte, las cosas de los Profetas casi como que se indican en cada uno.[10] Acerca de la venida del Salvador y que siendo Dios iba a venir, así se afirma en el Sal 49(50): “Dios manifiestamente vendrá, [13D] nuestro Dios, y no callará” (Sal 49[50],2–3); en el 117(118): “Bendito el que viene en el nombre del Señor; los hemos bendecido a Uds. desde la casa del Señor. Dios, el Señor, se nos manifestó” (Sal 117[118],26–27). Porque Él es la Palabra del Padre, se salmodia así en el 106(107): “Envió su Palabra y los sanó y los libró de sus corrupciones” (Sal 106[107],20); pues el Dios que viene es también la misma Palabra enviada. Pero sabiendo que la Palabra es el Hijo de Dios, la voz del Padre canta en el Sal 44(45): “Profirió mi corazón una Palabra buena” (Sal 44[45],2 LXX); y, de nuevo, en el 109(110): [16A] “Del vientre, antes del lucero, te engendré” (Sal 109[110],3 LXX). Pues, ¿qué otra cosa se diría “vástago”[11] del Padre que su Palabra y su Sabiduría? Sabiendo que esto era así, por quien el Padre dijo: “Hágase la luz y el firmamento y todas las cosas”,[12] también esto lo contiene el Libro [de los Salmos], al decir: “Por la Palabra del Señor se afianzaron los cielos y por el aliento de su boca toda la fuerza de ellos” (Sal 32[33],6).[13]

6. Y que Cristo mismo venía, no lo ignoró sino que, más aún, sobre esto habla el Sal 44(45): “Tu trono, Dios, por los siglos de los siglos; cetro de rectitud el cetro de tu reino. Amaste la justicia y odiaste la iniquidad, por eso te ungió Dios, tu Dios, con óleo de júbilo entre tus compañeros” (Sal 44[45],7–8).

[16B] Y para que ninguno considerase que su venir era una fantasía,[14] indica que el que había de llegar a ser hombre también es Aquél por el cual todo ha llegado a ser,[15] diciendo en el 86(87): “Madre Sión dirá: «Un hombre, también un hombre nació en ella»; y Él la fundó, el Altísimo” (Sal 86[87],5 LXX). Puesto que esto es igual a decir: “Y la Palabra era Dios; todo se hizo por ella; y la Palabra se hizo carne”.[16]

Por eso, conociendo también lo de [nacido] “de la Virgen”, no guardó silencio sino que enseguida manifiesta algo en el Sal 44(45), diciendo: “Oye, hija, y mira e inclina el oído; y olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre; porque deseó el rey tu belleza” (Sal 44[45],11–12). Pues de nuevo, esto es semejante a lo dicho por [16C] Gabriel: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.[17] Pues también habiéndolo llamado “Cristo”, enseguida evidenció también su generación humana desde la Virgen,[18] diciendo: “Oye, hija”. He aquí que Gabriel llama a María por su nombre, al ser extraño a ella según su generación, pero David, hallándola de su propia simiente, con razón la llama “hija”.

7. Habiendo dicho [el libro de los Salmos] que Él llegaría a ser humano, consecuentemente indica también que Él es pasible en la carne.[19] Y viendo las insidias que iban a darse de parte de los judíos, salmodia en el Sal 2: “¿Por qué hacen tumulto las naciones y los pueblos planean cosas vanas? Se alzaron los reyes de la tierra, y los príncipes se congregaron en uno contra el Señor y contra su Ungido” (Sal 2,1–2). Pero en el 21(22) se afirma de parte de la persona del Salvador su tipo de muerte: “Al polvo de la muerte me hiciste bajar. Porque me rodearon muchos perros, una asamblea de malvados me circundó. Horadaron mis manos y mis pies, contaron todos mis huesos. Pero ellos me contemplaron y me miraron. [16D] Se repartieron mis vestiduras entre ellos, y sobre mi manto echaron suertes” (cf. Sal 21[22],16–19). Lo de “horadar las manos y los pies”, ¿qué otra cosa indica sino que está hablando de la cruz?

Tras enseñar todo esto, se agrega que el Señor padece tales cosas no por sí mismo sino por nosotros,[20] y de nuevo en la persona de Él se afirma en el [Sal] 87(88): “Sobre mí se estableció tu furor” (Sal 87[88],8), pero en el 68(69): “Lo que no arrebaté es lo que entonces pagaba” (Sal 68[69],5). Pues, no [17A] siendo culpable, murió; pero padeció por nosotros y soportó sobre sí mismo la animosidad en contra de nosotros, a causa de nuestra transgresión; diciendo por medio de Isaías: “Él tomó nuestras flaquezas”.[21] Y dice en el Sal 137(138): “El Señor retribuirá por mí” (Sal 137[138],8), y dice el Espíritu en el 71(71): “Y salvará a los hijos de los hombres y humillará al calumniador, porque libró al pobre de la mano del poderoso y al menesteroso que no tenía quien lo ayude” (Sal 71[72],4.12).

8. Por eso se indica anticipadamente también su ascensión corporal a los Cielos y se dice en el 23(24): “Que alcen las puertas, príncipes, las de Uds., que se levanten las puertas las puertas eternas; y entrará el Rey de la gloria” (Sal 23[24],9); pero en el 46(47): “Ascendió [17B] Dios en júbilo, el Señor a la voz de trompeta” (Sal 46[47],6). Se anuncia su sentarse y se afirma en el 109(110): “Dijo el Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, hasta que ponga tus enemigos como escabel de tus pies»” (Sal 109[110],1). Pero en el 9 también se proclama la perdición venidera del Diablo: “Te sentase en el trono, tú que sentencias justicia. Increpaste a los pueblos y pereció el impío” (Sal 9,5–6).

Y que recibió pues todo juicio de parte del Padre[22] no lo ocultó, sino que también se indica de antemano al Juez de todos, al que viene, en el [Sal] 71(72): “Dios, da tu juicio al rey, y tu justicia al hijo del rey, para juzgar a tu pueblo con justicia y a tus pobres con juicio” (Sal 71[72],1–2). Pero en el 49(50) se afirma: “Llamará al cielo, arriba, [17C] y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Y anunciarán los cielos su justicia, porque Dios es juez” (Sal 49[50],4.6). Y en el 81(82): “Dios está en la asamblea de dioses, en medio de dioses juzga” (Sal 81[82],1).

Y, por cierto, también en muchas partes se puede aprender de él [el Libro de los Salmos] la vocación de los paganos, pero sobre todo a partir del [Sal] 46(47): “Todos los pueblos batan palmas, clamoreen a Dios con voz de júbilo” (Sal 46[47],2). Pero en el 71(72): “Delante de Él se postrarán los Etíopes, y sus enemigos lamerán el polvo. Reyes de Tarsis y las islas ofrecerán dones; reyes de los árabes y Saba traerán dones. Y lo adorarán todos los reyes de la tierra, todos los pueblos lo servirán” (Sal 71[72],9–11).[23]

Estas cosas se cantan en los Salmos, pero en cada uno de los otros libros se preanuncian.

[17D] 9. No ignoraba —de nuevo decía [el anciano]— que también en cada libro de la Escritura se indican destacadamente las mismas cosas acerca del Salvador, esto es también algo declarado en todos ellos, así como la sinfonía misma del Espíritu. Pues tanto las cosas de los demás [libros] se pueden descubrir en él [el de los Salmos], y las que están en éste se pueden descubrir muchas veces en los otros. Pues también Moisés escribe una oda[24] e Isaías canta[25] y Habacuc ora con una oda;[26] y, de nuevo, en cada libro se pueden ver profecías y legislaciones e historias. Pues en todos está el mismo Espíritu, y conforme a la distribución que de Él ha llegado a darse en cada uno, cada uno sirve a la gracia que le fue dada [20A] y la completa:[27] ya si es profecía, ya si es legislación, ya si es la memoria de la historia, ya la gracia de los Salmos.

Dado que es uno y el mismo Espíritu de quien precisamente son todas las distribuciones, aunque Él es indivisible por naturaleza, por eso por cierto está dado en cada uno, pero según los servicios se dan en cada uno las manifestaciones y distribuciones del Espíritu. Y además, conforme a la necesidad dada, muchas veces cada uno, como lo permite el Espíritu, sirve la Palabra[28] de modo que –conforme a lo dicho anteriormente— Moisés, aún legislando, a veces profetiza y canta; y los Profetas, aún profetizando, a veces dan mandatos: “Lávense, háganse puros”,[29] “lava de maldad tu corazón, Jerusalén”;[30] a veces refieren historias: Daniel las cosas acerca de Susana,[31] Isaías lo que hace a Rabsaces [20B] y Senaquerib.[32] Así pues también el Libro de los Salmos: aún teniendo lo que es propio de las odas, lo que precisamente en los demás libros está dicho detalladamente, esto él lo salmodia en sentido amplio, con tono musical, con su voz, como se ha dicho antes. Efectivamente, también él, a veces, establece normas: “Cesa la ira y dela el furor” (Sal 36[37],8), y: “Declina del mal y haz el bien, busca la paz y persíguela” (Sal 33[34],15). Y a veces refiere historias acerca del camino de Israel, y profetiza sobre el Salvador, como se ha dicho antes.

10. En efecto, que sea entonces común a todos [los libros de la Escritura] tal gracia del Espíritu, la que se descubra que llegó a haber en cada uno, y la misma en todos, como lo reclame lo que se necesita y lo quiera el Espíritu.[33] Pues no difiere los más [20C] y lo menos en tal necesidad, de modo que cada uno sin cejar pueda cumplir y completar su propio servicio.

Y en verdad el Libro de los Salmos tiene también así, de nuevo, cierta gracia propia y una nota destacada. Pues además de las otras [notas], en las que guarda relación y tiene en común con los demás libros, además posee como propio esto maravilloso: tiene delineados y modelados en sí mismo los movimientos de cada alma y sus cambios y rectificaciones.[34] De modo que si alguien quiere, puede, como a partir de una imagen, tomarlos a partir de él y comprenderlos, y así puede modelar en sí mismo lo que allí está escrito.

Pues en los demás libros uno sólo escucha a la Ley que ordena lo que [no] hay que hacer y no hay que obrar; y escucha claramente profecías, de modo que sólo conoce al Salvador que viene; y presta atención a las historias, a partir [20D] de las cuales puede conocer los hechos de los reyes y santos. Pero en el Libro de los Salmos el que escucha, además de esto, también enseña a comprender a su vez en sí mismo los movimientos de su propia alma. Y a partir de tal [libro], por sus palabras, puede de nuevo tener una imagen de lo que padece y en lo que se ve afligido, de modo que no sea que, por sólo escuchar, pase de largo, sino que también aprenda qué hay que decir y hacer para curar su padecimiento.

Pues también en los demás libros hay discursos que impiden, prohibiendo, las cosas malas, pero en éste está asimismo representado cómo hay que alejarse [de ellas]. Por ejemplo, está la [21A] prescripción de convertirse: convertirse es cesar de pecar, pero allí [en el Libro de los Salmos] también está representado cómo convertirse y qué es necesario decir sobre la conversión. Y, de nuevo, ha dicho Pablo: “La tribulación engendra en el alma la paciencia; la paciencia, la virtud probada; la virtud probada, esperanza; y la esperanza no falla”.[35] Pero en los Salmos está escrito claramente también cómo hay que soportar las tribulaciones y qué es necesario que diga el atribulado, también después de las tribulaciones, y cómo es probado cada uno, y cuáles son las palabras de los que esperan en el Señor. También hay un mandamiento: “Dar gracias en todo”,[36] pero los Salmos enseñan también qué hay que decir al dar gracias. Luego, al escuchar de otros [libros]: “Cuantos quieren vivir piadosamente sufrirán persecuciones”,[37] de éstos [los Salmos] se nos enseña también cómo es necesario que los que huyen eleven su voz, y qué palabras es necesario que los perseguidos eleven a Dios y, después de la persecución, la de los liberados. [21B] Se nos recomienda bendecir al Señor y confesarlo,[38] pero en los Salmos se nos ofrece el modelo de cómo hay que alabar al Señor y diciendo qué palabras es que lo confesamos de manera conveniente. Y en cada cosa encontrará uno que las divinas odas están así dispuestas para nosotros y nuestros movimientos [del alma] y estados.

11. Y, de nuevo, también esto es extraordinario en los Salmos: en los demás libros [de la Escritura] lo que dicen los santos y acerca de lo que hablan, los que lo leen lo refieren a aquellos de quienes han sido escritos, como también los que lo escuchan se estiman a sí mismos como distintos de aquellos a los que se refiere el discurso y se disponen a imitar los hechos proclamados, [21C] en cuanto que los admiran y desean emularlos. Pero el que toma este Libro [de los Salmos] reconoce las Profecías acerca del Salvador como de costumbre, como en los demás escritos, con admiración y reverencia, pero otros Salmos los lee como propios, también el que escucha, tanto como el que lee, se compunge y se dispone como dicen las palabras de las odas, como si fuesen propias.

Por claridad no hay que vacilar, según el bienaventurado Apóstol y, repitiendo, decir lo mismo.[39] La mayoría de los discursos de los Patriarcas son también dichos propios de parte de ellos: también Moisés hablaba en tanto que Dios respondía;[40] tanto Elías como Eliseo, estando en el monte Carmelo, invocaban al Señor y decían siempre: “Vive el Señor, ante quien estuve [21D] hoy”.[41] Por su parte, los discursos de los demás santos Profetas que son anticipados, son los que hacen al Salvador, luego también la mayoría han sido hechos para los paganos y para Israel. Y, no obstante, nadie, alguna vez, diría como propias las palabras de los Patriarcas, ni alguien osaría imitar y decir las propias palabras de Moisés ni de Abraham acerca del que nació en su casa y de Ismael[42] y las palabras acerca del gran Isaac.[43] Tampoco si a alguien le sobreviniese la misma necesidad osaría decirlas como propias, incluso si alguien se compadeciese de los que padecen, nunca diría como [24A] Moisés: “Muéstrate a mí”,[44] o de nuevo: “Si les vas a perdonar el pecado, perdona; si no va a perdonar: bórrame de tu libro que has escrito”.[45] Pero ni las de los Profetas las tomaría alguien como palabras propias: para reprender o alabar con tales a los que hacen cosas semejantes; ni tampoco alguien imitaría decir como discurso propio lo de: “Vive el Señor, ante quien estuve hoy”.[46]

Pues el que por caso lee en los libros, es evidente que tampoco lee esas palabras como propias sino como de los santos y de los que a través de ellas se manifiestan. Pero el que en verdad lee los Salmos —esto es lo extraordinario—, más allá de las Profecías sobre el Salvador y los paganos, las demás cosas puede decirlas como palabras propias, y cada uno las canta como escritas acerca de él y no las recibe y las va recorriendo como diciéndolas acerca de otro [24B] o como significando a otro, sino que se dispone como si estuviera hablando él mismo acerca de sí mismo, y como haciendo él las mismas cosas dichas y las refiere a Dios, como hablando de sí mismo. Pues no estará precavido ante tales como ante palabras de los Patriarcas y de Moisés y de los demás Profetas, sino que el que las salmodia tendrá más bien la confianza de decirlas como si fuesen propias y escritas acerca de sí mismo. Pues tanto el que guarda el mandamiento como también el que lo transgrede, el hecho de cada uno de los dos lo contienen los Salmos. Necesariamente que todo ser humano esté comprendido en los tales y tanto el que guarda el mandamiento como el que lo trasgrede diga las palabras que han sido escritas a cerca de cada uno.

12. Y me parece que, para quien salmodia, tales [los Salmos] llegan a ser como un espejo: para comprenderse tanto a sí mismo como también los movimientos de su propia alma,[47] y así, [24C] percibiéndolos, pueda exponerlos. Pues también el que escucha al que lee, acoge la oda que se va diciendo, como si fuera acerca de él y, ya sintiéndose reprobado por la toma de conciencia, compungiéndose, se convertirá; o escuchando acerca de la esperanza en Dios y del auxilio que llega a haber para los creyentes, se alegre como si le hubiese llegado la gracia y comienza a dar gracias a Dios.[48]

Efectivamente, cuando alguien salmodia el 3, mirando a la vez su propia tribulación, considera que son suyas las palabras en el Salmo; también luego puede referir el 11(12) y el 16(17) a su propia confianza y oración. Y el Sal 50(51) puede decirlo como las palabras de su propia conversión, pero el 53(54) y el 55(56) y el 56(57) y el 141(142), cuando alguien los salmodia, [24D] no se dispone como si fuese otro el perseguido, sino como siendo él quien padece, y canta al Señor con tales palabras como propias.

Y así, en suma, cada Salmo ha sido dicho y compuesto por el Espíritu, de modo que en ellos —según se ha mencionado antes— se puedan comprender los movimientos de nuestra alma, y todos ellos como si fuesen dichos acerca de nosotros, son nuestros como discursos propios, para memoria de los movimientos en nosotros y para corrección de nuestra conducta. Pues lo que han dicho los que salmodian, estas cosas también pueden ser modelos y caracterizaciones para nosotros.

13. Pero ésta, de nuevo, es la gracia del Salvador: pues hecho hombre por nosotros, el cuerpo, su propio cuerpo, lo ofreció a la muerte por nosotros, a fin de liberar a todos de la muerte.[49] Pero queriendo mostrar su propia forma de vida celestial[50] y [25A] grata, la modeló en sí mismo, para que ya nadie sea engañado fácilmente por el Enemigo, teniendo como garantía para su seguridad la victoria contra el Diablo lograda por Él para nosotros.[51]

Por eso, efectivamente, no sólo enseñó sino que también ha hecho lo que enseñó, para que cada uno lo escuche cuando habla, pero viéndolo como en una imagen, reciba de Él el ejemplo del hacer. Escuchando: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”,[52] tampoco alguien encontraría una enseñanza más perfecta para la virtud que la que el Señor modeló en sí mismo. Pues ya paciencia, ya benevolencia, ya bondad, ya valentía, ya limosna, ya justicia, se encontrará que todo se dio en Él, de modo que no le falta nada para la virtud al [25B] que comprende tal vida humana. Sabiendo pues esto, decía Pablo: “Sean mis imitadores, como también yo lo soy de Cristo”.[53]

Los legisladores entre los griegos tienen el don hasta de decir, pero el Señor, siendo verdaderamente Señor de todo, también obró preocupado de todo [ello]. No sólo legisla sino que también dio un modelo:[54] Él mismo, para que los que quieren, conozcan la fuerza del hacer. Por eso, efectivamente, incluso antes de su venida a nosotros, hizo resonar esto también en los Salmos, para que, así como mostró en Él al hombre celestial y terrenal,[55] así también, a partir de los Salmos, el que quiere puede aprender bien los movimientos y disposiciones del alma,[56] descubriendo en ellos tanto el tratamiento como la corrección de cada movimiento.

El uso de los Salmos

[25C] 14. Si es necesario, pues, decir algo más persuasivo: toda la Escritura es un maestro de virtud y de fe verdadera, pero el Libro de los Salmos de algún modo tiene también la imagen del modo cómo conducirse en la vida. Pues así como quien ingresa ante el rey se dispone tanto en su aspecto como en sus palabras, para no ser expulsado como alguien burdo al punto de hablar, así para quien corre hacia la virtud y quiere comprender la forma de vida en el cuerpo del Salvador,[57] el Libro divino le advierte primero a través de la lectura sobre los movimientos del alma y así, después, modela y enseña a los que van leyendo tales palabras.[58]

En efecto (a fin de que primero se preste atención a esto en el Libro), hay [Salmos] que están dichos en [forma de] narración, otros en [forma de] exhortación, otros en profecía, otros como en oración y otros en [forma de] confesión.

[25D] Y son en [forma de] narración [los Salmos]: 18(19), 43(44), 48(49), 49(50), 72(73), 76(77), 88(89), 106(107), 113(114), 126(127), 136(137).

Los que son como en oración: 16(17), 67(68), 89(90), 101(102), 131(132), 141(142).

Los que son intercesión y ruego y súplica: 5, 6, 7, 11(12), 12(13), 15(16), 24(25), 27(28), 30(31), 34(35), 37(38), 42(43), 53(54), 54(55), 55(56), 56(57), 58(59), 59(60), 60(61), 63(64), 82(83), 85(86), 87(88), 137(138), 139(140) 142(143). Y los que son como intercesión y acción de gracias: 138(139). Los que son como intercesión solamente: 3, 25(26), 68(69), 69(70), 70(71), 73(74), 78(79), 79(80), 108(109), 122(123), 129(130), 130(131).

[28A] Los que son en confesión: 9, 74(75), 91(92), 104(105), 105(106), 106(107), 107(108), 110(111), 117(118), 135(136), 137(138). Los que tienen combinadas confesión y narración: 9, 74(75), 105(106), 106(107), 117(118), 137(138). El que tiene combinada confesión y narración con alabanza: 110(111).

El que es en exhortación: 36(37).

Los que son en profecía: 20(21), 21(22), 44(45), 46(47), 75(76). El que anuncia con profecía: 109(110). Exhortativos y como ordenando son [los Salmos]: 28(29), 32(33), 80(81), 94(95), 95(96), 97(98), 102(103), 103(104), 113(114). Exhortativo y dicho con canto: 149.

Y los que describen la vida virtuosa son: 104(105), 111(112), 118(119), 124(125), 132(133).

[28B] Los que dan a conocer un elogio son éstos: 90(91), 112(113), 116(117), 134(135), 144(145), 145(146), 148, 150.

Y los de acción de gracias son: 8, 9, 17(18), 33(34), 45(46), 62(63), 76(77), 84(85), 114(115), 115(116), 120(121), 121(122), 123(124), 125(126), 128(129), 143(144).

Los que proclaman una bienaventuranza son: 1, 31(32), 40(41), 118(119), 127(128).

Y hay otro demostrativo de una buena disposición con una oda: 107(108).

Y el que es exhortativo a la valentía: 80(81).

Los que son acusatorios de los impíos e inicuos: 2, 13(14), 35(36), 51(52), 52(53).

El que es de invocación: 4.

Los que dan a conocer cosas deseables como el 19(20) y el 63(64).

Y los que dan a conocer palabras de glorificación en el Señor[59] son: 22(23) y 26(27), 38(39), 39(40), 41(42), 61(62), 75(76), [28C] 83(84), 96(97), 98(99), 151.[60]

Los que son para suscitar vergüenza: 57(58), 81(82).

Y los que dicen palabras de un himno: 47(48), 64(65).

Y el de clamor y acerca de la resurrección: 65(66). Y otro que sólo dice palabras de clamor: 99(100).

15. En efecto, siendo tal el ordenamiento de los Salmos, es posible además, que quienes leen, descubran en cada uno —según se dijo antes— los movimientos y el estado de su propia alma,[61] como también el modelo y la enseñanza para cada uno, y diciendo qué puede complacer al Señor, a través de qué palabras puede corregirse a sí mismo y dar gracias al Señor, para no apartarse hacia la impiedad al decir lo que está al margen de tales cosas.[62] [28D] Pues tenemos que dar razón ante el Juez no sólo acerca de las obras sino también sobre cualquier palabra ociosa.[63]

Si ciertamente quieres tener por bienaventurado a alguien, cómo hay que hacerlo y acerca de quién y qué hay que decir [tienes]: el 1 y el 31(32) y 40(41) y 111(112) y 118(119) y 127(128). Si [quieres] censurar las insidias de los judíos contra el Salvador, tienes la oda 2. Si eres perseguido por los tuyos y tienes muchos que se alzan contra ti, di el Sal 3. Si muy atribulado invocas al Señor y, tras ser escuchado, quieres dar gracias, salmodia el 4 y 74(75) y 114(115). Y si acaso todavía, viendo que los que son malvados quieren insidiar, quieres que se le preste oído a tu oración, [29A] levantándote de madrugada salmodia el 5.[64]

Percibiendo una conminación del Señor, si acaso te ves a ti mismo conmocionado por eso, puedes decir el 6 y el 37(38). Si también deliberan algunos contra ti, como Ajitófel contra David,[65] y alguien te lo da a conocer, salmodia el 7, y ten confianza en Dios que te libra.

16. Mirando la gracia del Salvador, que se extiende por todos lados, y al género de los humanos salvado, si quieres dirigirte al Señor, salmodia el 8. Si, de nuevo, quieres cantar un canto de vendimia,[66] dando gracias al Señor, tienes de nuevo el mismo 8 y el 83(84).

Por haber sido aniquilado al Enemigo y porque la creación ha sido salvada, di el antes mencionado Sal 9, no gloriándote a ti mismo sino sabiendo que el Hijo de Dios es quien consiguió esto. Y si por cierto alguien quiere conmocionarte, [29B] tú ten la confianza en el Señor y salmodia el 10 (11).

Cuando veas la soberbia de muchos y que sobreabunda el mal, de modo que nada santo hay en los seres humanos, tú refúgiate en el Señor y di el 11(12). Tornándose inveterada la envidia de los enemigos, no te desanimes, como si fueses olvidado por el Señor, sino implora al Señor contando el 12(13).

Cuando escuches a algunos que blasfeman contra la Providencia, no tomes parte en su impiedad, sino suplicándole al Señor di el 13(14) y 52(53). Y además, si quieres aprender cómo es el ciudadano del Reino de los Cielos, salmodia el 14 (15).

17. Tienes necesidad de la oración, a causa de los que se oponen a tu vida y te acorralan, canta el 16(17) y el 85(86) y el 87(88) y el 140(141), pero si quieres aprender [29C] cómo oró Moisés, tienes el 89(90).[67] Pero si fuiste salvado de tus enemigos y liberado de los que te perseguían, canta también tú el Sal 17(18).

Además el orden de la creación y la gracia de la Providencia con ella y los mandatos sagrados de la Ley es lo que salmodia el 18(19) y el 23(24).

Viendo a quienes están atribulados, consuélalos suplicando y diciéndoles las palabras del Sal 19(20). Te ves a ti mismo apacentado y bien conducido por el Señor, alegrándote por esto salmodia el 22 (23).

Los enemigos están en torno a ti, sin embargo tú, elevando tu alma hacia Dios, di el 24(25) y verás que tales “yerran en vano” (cf. Sal 24[25],3). Persisten los enemigos, no teniendo sino sus manos llenas de actos sangrientos, y buscan arrastrarte y arruinarte, no entregues [29D] el juicio a un ser humano (pues son sospechosas todas las cosas humanas) sino que, reclamando que Dios sea tu juez (pues sólo Él es justo), di lo que están en el [Sal] 25(26) y el 34(35) y el 42(43). Si también te acometen más duramente tus enemigos y llegan a ser una multitud, como un campamento militar, desdeñándote como que todavía no estás ungido[68] y, por eso mismo, quieren hacerte la guerra, no te espantes sino canta el Sal 26(27).[69]

Dado que es débil la naturaleza de los seres humanos, si de nuevo los que insidian no tienen vergüenza alguna, no te ocupes de ellos, clama a Dios diciendo lo que está en el 27(28). Y si al dar gracias quieres aprender cómo hay que ofrecer al Señor, salmodia el 28(29), entendiéndolo espiritualmente.

Y además, al renovar tu casa, tanto tu alma que acoge al Señor como la casa material en la que habitas corporalmente, da gracias y di el 29(30)[70] y el 126(127), en los [Salmos] de “las subidas”.[71]

[32A] 18. Cuando, a causa de la verdad, te ves a ti mismo odiado y perseguido por todos, tanto amigos como parientes, no te desanimes al considerar a tales o a ti mismo, ni te espantes si acaso ves a los notables que se apartan de ti, sino que alejándote de tales y mirando las cosas venideras, salmodia el 30 (31).

Al ver a los bautizados y a los rescatados de la generación corruptible, y admirando la benevolencia de Dios, cántale a aquellos el 31(32). Y cuando quieras salmodiar con muchos, reuniendo a los varones justos y rectos en su vida, di tú también el 32(33).

Si tras caer entre los enemigos y ya escapando diestramente ya apartándote de sus insidias quieres dar gracias, convocando a varones mansos salmodia con ellos el 33(34). Y si ves la afición de los transgresores por la malicia, [32B] no consideres que la malicia es en ellos por naturaleza —cosa que dicen los herejes—, sino di el 35(36), y verás que ellos son los culpables de pecar.

Si ves que los malvados hacen muchas iniquidades y se alzan contra los pequeños, y quieres exhortar a algunos a no prestarles atención ni envidiarlos, por lo rápido que se extinguen, di tanto por ti mismo como por los demás el 36(37).

19. Sin embargo, precisamente también tú, prefiriendo prestar atención a ti mismo, si miras al enemigo que asalta (pues entonces contra tales uno se excita más) y quieres prepararte a ti mismo para la lucha contra él, canta el Sal 38(39). Y si siendo asaltado por el enemigo, soportas las tribulaciones [32C] y quieres aprender la utilidad de la paciencia, salmodia el Sal 39(40).

Si al ver a muchos pobres y mendigos quieres también ser misericordioso con ellos, puedes aprobar a los que ya fueron misericordiosos e incitar a los demás a hacer [lo mismo] diciendo el 40(41).

Luego, si teniendo un deseo muy [fuerte] hacia Dios, escuchas a los enemigos que te injurian, no te perturbes sino se consciente de que el fruto de tal deseo es inmortal, consuela tu propia alma con la esperanza de Dios y, aliviadas y calmadas con tal las aflicciones en la vida, di el Sal 41(42).

Queriendo recordarte constantemente de los beneficios de Dios, los hechos a los padres y acerca de la partida de Egipto y la vida transcurrida en el desierto: cómo por un lado Dios fue bueno pero por otros los seres humanos ingratos, tienes el 43(44) [32D] y el 77(78) y el 88(89) y el 104(105) y el 105(106) y 113(114).

Si tras refugiarte en Dios y verte puesto a salvo de las tribulaciones que te sobrevinieron, quieres dar gracias a Dios y narrar la benevolencia que recibiste, tiene el 45(46).

20. Pero pecaste y, avergonzándote, lo reconoces y reclamas que se te tenga misericordia: tienes las palabras de la confesión y de la conversión en el 50(51).

Pero si también eres denigrado por un rey malvado y ves al Diablo ensoberbecido, apártate y di también tú las del 51(52).

Y cuando eres perseguido y te denigran algunos que quieren entregarte, como a David los zifitas y los extranjeros,[72] no estés abatido sino ten confianza en el Señor y, cantándole himnos, di las [palabras] del 53(54) y del 55(56).

Si también concurre el perseguidor [33A] e ingresa sin saberlo en la cueva en la que también te ocultas tú,[73] no te espantes tanto, pues en tal necesidad tienes los oráculos para consuelo y los discursos de inscripción en la columna que están en el 56(57) y las que están en el 141(142).[74] Si también el que insidia ordena que sea vigilada tu casa, y escapas, adscribe al Señor la gracia como escribiéndolas en columnas en tu alma, siendo memorial de que no fuiste destruido, y di las [palabras] del Sal 58(59).

Si también los enemigos que te atribulan te injurian hablando necedades y te denigran los que parecen amigos, y te afligiste un poco en tu cavilar (cf. Sal 54[55],3), sin embargo puedes consolarte cantando también tú un himno a Dios diciendo también las palabras en el 54(55).

Y contra los que fingen y se glorían en su aspecto di para su la conversión el Sal 57(58), [33B] pero contra los que se disponen ferozmente contra ti y quieren tomar tu vida, opóneles tu sumisión a Dios y ten confianza, pues cuanto más se ponen furiosos, tanto más sométete tú al Señor, y di las [palabras] en el 61(62).

Y si perseguido, partes al desierto, no temas al estar allí sólo, pues tienes allí a Dios, a quien salmódiale, levantándote de madrugada, el 62(63).

Si te aterrorizan los enemigos y no cesan de insidiar, sino que también buscan de todo contra ti, aunque si fuesen muchos no cedas, pues son saetas de infantes los golpes de tales (cf. Sal 63[64],8 LXX); salmodiando tú el 63 (64) y 64(65) y 69(70) y 70(71).

21. Y cuando quieras cantar himnos al Señor, canta las [palabras] en el 64(65). Y si quieres catequizar a algunos acerca de la [33C] resurrección, canta las que están en el 63(64).

Pidiendo gestos de compasión de parte de Dios, cántale un himno, salmodiando el 66(67).

Cuando ves a los impíos que florecen en paz y que viven gratamente pero los justos son atribulados, para que no te escandalices ni ten conmociones, di tú también las [palabras] en el Sal 72(73). Y cuando se encolerice Dios sobre el pueblo, tienes para consuelo respecto de ellos las sensatas palabras que están en el 73(74).

Pero cuando tengas necesidad de confesar, salmodia el 9, 74(75) y 91(92) y 104(105) y 105(106) y 106(107) y 110(111) y 117(118) y 133(134) y 137(138).

Y queriendo confundir las [enseñanzas] de los paganos y de los herejes (porque no es posible el conocimiento de Dios sino sólo en la Iglesia católica), puedes cantar pensado y decir las [palabras] en el 75(76).

Pero si los [33D] enemigos previeron tus intentos de fuga y estás muy preocupado y acaso perturbado: no desesperes sino ora, y si se le presta oído a tu clamor, da gracias a Dios diciendo las [palabras] en el 76(77).

Si perseverando los enemigos, irrumpen y contaminan la casa de Dios, matan a los santos y arrojan sus cuerpos a las aves del cielo,[75] para que al verte arrastrado no te quedes también tú atónito por su crueldad, compadécete con los que padecen y suplica a Dios diciendo el Sal 78(79).

22. Queriendo cantar al Señor en una fiesta, tras convocar a los siervos de Dios, salmodia las [palabras] del 80(81) y del 94(95).

De nuevo, cuando se reúnan todos los enemigos, de todas partes, y amenacen contra la casa de Dios y hagan alianza contra la piedad, [36A] para que no te desanimes a causa de su multitud y de su poder, tiene como ancla de la esperanza las palabras del 82(83).

Y si viendo la casa de Dios y sus tabernáculos eternos tienes deseo de ellos, como tenía el Apóstol,[76] di también tú el Sal 83(84).

Al cesar en su momento la ira y verse deshecho la cautividad,[77] si quieres dar gracias tienes para decir las [palabras] del 84(85) y del 125(126).

Y si acaso quieres conocer la diferencia de la Iglesia católica con los cismas, y avergonzar a éstos, puedes decir las cosas escritas en el 86(87).

Si quieres alentarte a ti mismo y a otros a la piedad y a que tampoco la esperanza en Dios defrauda[78] sino que también dispone al alma sin temor, alaba a Dios diciendo las [palabras] del 90(91).

¿Quieres salmodiar en Sábado? Tienes el 91(92).[79]

[36D] 23. ¿Quieres dar gracias en el Día del Señor? Tienes el 23(24).[80] ¿Quieres cantar en el segundo día del Sábado [el Lunes]? Di las [palabras] del 47(48).[81] ¿Quieres alabar en el [día] de la Preparación [el Viernes]? Tienes la alabanza del 92(93),[82] pues entonces, al tener lugar la cruz, la casa de Dios fue edificada, a pesar de que los enemigos intentaron impedirlo, y por eso es conveniente alabar a Dios con un canto de victoria, entonces: las cosas dichas en el [Sal] 92(93).

Si también, tras suceder la cautividad, fue purificada la casa y de nuevo edificada, canta las [palabras] del 95(96).[83] Pero cuanto la tierra recuperó su constitución, después de los que hacían la guerra,[84] y además está tranquila y reina el Señor, si quieres cantar acerca de esto, tienes el 96(97).[85]

¿Quieres salmodiar el [día] cuarto del Sábado [el Miércoles]? Tienes el 93(94),[86] pues es entonces que entregado el Señor comenzó a vengar la pena de muerte y llevarla triunfante con confianza. [36C] En efecto, cuando acaso leyendo el Evangelio, ves que en el cuarto día del Sábado los judíos celebraron un consejo,[87] canta al Señor al verlo entonces hablar francamente en la venganza contra el Diablo por nosotros: salmodia las [palabras] en el mismo 93(94).

Viendo de nuevo la providencia del Señor sobre todo y su señorío, y queriendo catequizar a algunos en la fe en Él y la obediencia, persuadiéndolos primero a confesar, salmodia el 99(100). Y tras conocer su potestad de juzgar y que el Señor juzga mezclando el juicio con la misericordia, y quieres presentarte a Él, tienes para esto las palabras que están en el 100(101).

24. Siendo débil nuestra naturaleza, si alguna vez te faltase el ánimo a causa de las angustias de la vida, si quieres ser consolado, tienes el Sal 101(102). [36D] Y dado que por todo y en todo conviene dar gracias a Dios,[88] cuando quieres bendecirlo tienes que incitar tu propia alma a ello y decir el 102(103) y 103(104).

¿Quieres alabar a Dios y conocer también cómo y por qué hay que alabar y qué conviene decir como alabanza? Tienes el 104(105) y el 106(107) y 134(135) y 145(146) y el 146(147) y el 147(148) y el 148 (149) y el 150.

¿Tienes fe como dijo el Señor[89] y crees lo que dices al orar? Di el 115(116). Pero si percibes que tú mismo ascendiste en tus acciones, de modo de poder decir: “Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante”,[90] tienes que decir en cada progreso las quince odas de “las subidas”.[91]

[37A] 25. Fuiste hecho cautivo de pensamientos extraños y te sentiste a ti mismo descarriado, pero lo reconociste: cesa en adelante. Pero si por permanecer en las cosas que erraste, te viste a ti mismo sobrecogido: siéntate y llora también tú como ha hecho entonces el pueblo, diciendo las [palabras] del 136(137). Estimando que las tentaciones son tu prueba, si quieres dar gracias después de las tentaciones, tienes el Sal 138(139).

De nuevo, ¿estás afligido por los enemigos y quieres ser librado?: di las [palabras] del 139(140). ¿Quieres suplicar y orar?: salmodia el 5 y el 142(143). Un enemigo tirano se alzó contra el pueblo y contra ti, como Goliat contra David,[92] no te espantes sino ten fe también tú, como David, y di las [palabras] del 143(144).[93]

Luego, al admirar los beneficios de Dios a todos y recordar su bondad tanto contigo como también con todos, si quieres [37B] bendecir a Dios por eso, di las Palabras de David, las que también dijo él en el Sal 144(145).

¿Quieres cantar al Señor?: tienes para decir el 92(93) y 97(98).

Si siendo pequeño fuiste escogido para un cargo de gobierno de tus hermanos, no te ensalces contra ellos sino que, dando gloria al Señor que te eligió, salmodia también tú el 151, que es propio de David.[94] Sin embargo, si quieres salmodiar una respuesta que contenga el “Aleluya”, tienes el 104 (105), 105(106), 106(107), 111(112), 112(113), 113(114), 114(115), 115(116), 116(117), 117(118), 118(119), 134(135), 135(136), 145(146), 146(147), 147(148), 148, 149, 150.[95]

26. Cuando quieras salmodiar las cosas que hacen particularmente al Salvador, casi las encuentras en cada Salmo,[96] pero sobre todo tienes el 44(45) y el 109(110), que manifiestan su genuina generación desde el Padre y su presencia en la carne. El 21(22) y [37C] 68(69) preanuncian la cruz divina y cuántas insidias soportó por nosotros y cuánto ha padecido; y el 2 y 108(109) son los que indican las insidias de los judíos y la malicia y la traición de Judas Iscariote. Y el 20(21) y 49(50) y 71(72) son los que manifiestan también su reinado y potestad de juzgar y, de nuevo su venida a nosotros en la carne y el llamado de los paganos; y el 15(16) muestra su resurrección de los muertos, el 23(24) y 46(47) dan a conoce su ascensión a los cielos. Pero leyendo el 92(93) y 95(96) y 97(98) y 98(99) puedes contemplar los beneficios del Salvador para con nosotros, los que se nos dieron por sus padecimientos.

27. Tal es, en efecto, también el rasgo distintivo del Libro de los Salmos, para utilidad de los seres humanos: [37D] que contiene Salmos propios y en los demás tiene profecías más intensas acerca de la presencia en su cuerpo[97] de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, según se ha dicho.

Pero por qué tales discursos salmodian con tono musical y con odas, esto es necesario no pasarlo por alto. Pues algunos entre nosotros, que son sencillos, aunque creen que las palabras [de los Salmos] son divinamente inspiradas, no obstante consideran que los Salmos se modulan a través de una buena voz por del deleite de la escucha. No es así, pues la Escritura no procuró lo placentero y persuasivo, sino que modeló también todo esto para la utilidad del alma,[98] pero sobre todo por estas dos cosas: en primer término, porque convenía que la divina Escritura cantara himnos a Dios, no sólo por la secuencia [del discurso] sino también por la voz, con largueza.[99] [40A] En efecto, están dichos según secuencia, por ejemplo, las cosas de la Ley y los Profetas y todas las narradas, con la Nueva Alianza; pero con largueza están dichas, por ejemplo, los Salmos y odas y cantos.[100] Y así pues se salvaguarda que los seres humanos amen a Dios con toda su fuerza y capacidad.[101] En segundo lugar, como la armonía al combinar las flautas produce una sola sinfonía así también, dado que en el alma se manifiestan diferentes movimientos y en ella está el pensar y el desear y lo irascible,[102] a partir de los movimientos de tales también llega a darse la actividad de los miembros del cuerpo, la Palabra quiere que el ser humano no sea discorde en sí mismo ni esté dividido en sí, de suerte que piense lo mejor pero lleve a cabo por animosidad lo malo, como Pilato que decía: [40B] “Ningún delito encuentro en Él”,[103] pero coincidía con el parecer de los judíos;[104] o desee lo malo pero no pueda realizarlo, como los ancianos contra Susana;[105] o de nuevo, no fornique pero robe, o no robe pero asesine, o no asesine pero blasfeme.

28. En efecto, para que no llegue a darse en nosotros tal conmoción, la Palabra quiere que el alma que “tiene la mente de Cristo”, como dijo el Apóstol,[106] se valga de esta guía y con ella domine en sí los aspectos pasionales, rija los miembros del cuerpo, para obedecer a la Palabra. Para que así como está en armonía el plectro, así también el mismo ser humano, llegando a ser un salterio dedicado completamente al Espíritu, obedezca con todos sus miembros y movimientos y sirva a la voluntad [40C] de Dios.[107]

De tal imperturbabilidad y constitución tranquila es una imagen y modelo la lectura armoniosa de los Salmos. Pues así como los pensamientos del alma los llegamos a conocer y los indicamos a través de las palabras que proferimos, así también es un símbolo de la armonía espiritual del alma querido por el Señor la melodía de las palabras: [Él] ha dispuesto que se salmodien armoniosamente las odas y que los Salmos se lean con canto. También esto es el deseo de alma disponerse bien, como está escrito: “¿Está alguien alegre? Que salmodie”.[108] Así cuando salmodiamos, lo que en ella hay de turbulento y áspero e indisciplinado se calma, lo que la aflige se cura: “¿Por qué estás triste alma mía, y por qué me conturbas?” (Sal 41[42].6.12). Y reconocerá lo errado, [40D] diciendo: “Pero yo, por poco vacilaron mis pies” (Sal 72[73],2). Lo atemorizado será fortalecido por la esperanza, al decir: “El Señor es mi ayuda y no temeré que me pueda hacer un hombre” (Sal 117[118],6).

29. En efecto, quienes no leen de este modo las odas divinas no salmodian sensatamente (cf. Sal 46[47],8 LXX) sino deleitándose a sí mismos, ellos tiene su censura, porque: “No es hermosa la alabanza en boca del pecador”.[109] Pero quienes salmodian conforme al modo antes dicho, de manera que la melodía de las palabras es proferida desde la cadencia del alma y de la armonía con el Espíritu, tales salmodian con la lengua pero [41A] salmodian también con la mente,[110] son de gran provecho no sólo para ellos mismos sino también para quienes los escuchan. Efectivamente, salmodiando así con su lira el bienaventurado David para Saúl complacía a Dios y expulsaba la conmoción y el padecimiento de la locura, y disponía a que esté calmada su alma.[111] Así salmodian los sacerdotes, convocando las almas de los pueblos a la imperturbabilidad y a la unidad con quienes celebran en los cielos.[112]

Por consiguiente el hecho que se digan los Salmos con tono musical no es por solicitud por una buena voz sino como prueba de la armonía de los pensamientos en el alma. La lectura melodiosa es símbolo de la disposición de la mente con buena cadencia y no tempestuosa.[113]

Y pues el alabar a Dios con címbalos que resuenen bien y cítara y salterio de diez cuerdas (cf. Sal 150,3–5; 91[92],4) [41B] era, de nuevo, símbolo y una indicación de que los miembros del cuerpo estaban colocados como corresponde, como las cuerdas, que los pensamientos del alma llegaron a ser como címbalos y, además, que todo esto era movido y vivía por el eco y la señal del Espíritu, de modo que —según lo escrito— “la persona que vive en el Espíritu también hace morir las obras del cuerpo”.[114] Así pues, también quien salmodia bien dispone en orden su alma y la conduce desde la desigualdad a la igualdad, de modo que estando establecida según su naturaleza[115] por nada pueda ser perturbada, sino que más bien llega a imaginarse cosas buenas y sea presa de un deseo de los bienes venideros. Pues dispuesta conforme a la melodía de las palabras, se olvida de las pasiones, y alegrándose mira hacia la mente que está en Cristo,[116] pensando lo que es [41C] excelente.

30. En efecto, oh hijo, ciertamente es necesario que cada uno de los que leen este Libro, lea sinceramente todo lo inspirado por Dios que hay él, pero además que como de un huerto tome de sus frutos lo que es útil para aquello que él mismo tiene conciencia que necesita. Pues estimo que en todas las palabras del Libro han sido incluidas[117] y están contenidas todas las vidas de los seres humanos, las disposiciones del alma y los movimientos del pensamiento, y en los seres humanos no se encuentra nada más que esos tales.[118]

Pues ya si hay necesidad de conversión o confesión, o sobrevino la tribulación y la tentación, o alguien fue perseguido o también insidiado se vio liberado; si alguien ha llegado a estar muy triste y se perturba y padece [41D] algo como tal, como se ha dicho antes; o también tomó conciencia él mismo de que va a ser aniquilado porque avanza el enemigo, o también quiere alabar y dar gracias y bendecir al Señor, tiene la enseñanza de tales cosas en los Salmos divinos. Que elija pues las cosas dichas en ellos acerca de cada una de tales [circunstancias] y que así se dirija a Dios, diciéndolas como escritas acerca de sí mismo y dispuesto conforme a las cosas escritas.

31. Pero, por cierto, que no se le ocurra a alguien revestir a éstos [los Salmos] con palabras persuasivas de afuera,[119] ni intente transformar o cambiar por completo las expresiones, sino que las cosas escritas sean dichas y salmodiadas así, sin artificios, como han sido dichas, para que precisamente las personas que se sirven de tales [44A] reconozcan como propio lo que se ruega junto con nosotros. Mejor dicho, para que el Espíritu que habló en los santos, al contemplar las palabras que resuenan desde Él en aquellas, venga en nuestra ayuda.[120]

Pues tanto cuanto la vida de los santos es mejor que la de los demás, así también lo son sus palabras respecto de las combinadas por nosotros; alguien diría justamente que son mejores y más fuertes. Pues con tales [palabras] complacieron a Dios, y diciendo tales cosas (como dijo el Apóstol): “Sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, se curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos”.[121] [44B]

32. Efectivamente, también ahora, al decir tales cosas, que cada uno esté confiado de que a través de ellas Dios oirá rápidamente a los que suplican. Pues si el que dice tales [palabras] está atribulado, verá un gran consuela en ellas, y si el que salmodia así es puesto a prueba y perseguido, se presentará más probo aún y será protegido por el Señor, que protegió también al que dijo tales cosas. Con ellas derribará al Diablo, los demonios se espantarán. Si pecaba, diciendo tales [palabras] él mismo se avergonzará y cesará [de pecar]; si no pecaba, se verá a sí mismo alegrarse porque tiende hacia lo que está por delante.[122] Y si es combatido, salmodiando así tendrá fuerza, no se verá conmovido eternamente (cf. Sal 111[112],6) al verse apartado de la verdad, sino que también los que lo engañaron e intentaron extraviarlo [44C] serán reprobados. Y de esto es fiador no un hombre sino la misma Escritura divina.

Pues Dios mandó a Moisés escribir la gran oda y enseñarle al pueblo,[123] y al que fue constituido príncipe le ordena escribir el Deuteronomio[124] y tenerlo en sus manos y meditar siempre en sus palabras, puesto que las palabras en él, siendo suficientes también para recordar la virtud, brindan ayuda a quienes las meditan sinceramente.

Sin duda cuando Josué ingresó a la tierra [prometida], al ver lo pertrechado que estaban los enemigos, y a los reyes de los amorreos todos reunidos para hacer la guerra, él, en vez de armas y espadas, leyendo el Deuteronomio a oídos de todos y recordando las palabras de la Ley y armando con tales al pueblo, superó [44D] a los enemigos.[125] El rey Josías, después de descubrir el libro [de la Ley] y leerlo a la escucha de todos, ya no temía más a los enemigos.[126]

Y si alguna vez el pueblo estaba en guerra, el arca que contenía las tablas de la Ley los precedía a todos, y eso les bastaba de ayuda, en vez de cualquier encuadramiento de combate, a no ser que entre los que la llevaban o en el pueblo hubiese un pecado y un fingimiento que ya antes se hubiese apoderado de ellos.[127] Pues hace falta fe y una disposición genuina para que la Ley colabore con la oración

33. Yo, efectivamente —decía el anciano— escuché también de varones sensatos que entonces, antiguamente en [45A] Israel, con sólo leer las Escrituras se desterraban los demonios, se rechazaban las insidias que de parte de ellos le sobrevenían a los seres humanos.[128] De donde también se decía que eran dignos de todos menosprecio quienes dejaban estos [escritos], combinando para sí mismos palabras persuasivas de afuera,[129] llamándose a sí mismos por esto “exorcistas”. Pues [tales] más bien bromean y se entregan a sí mismos a aquellos [demonios], para que se burlen de ellos, como se confiaron los judíos hijos de Esceva, intentando también ellos exorcizar de este modo.[130] Pues al escuchar estas cosas de parte de ellos, los demonios se ponen a bromear, pero temen las palabras de los santos o también no pueden soportarlas. Pues en las palabras de la Escritura está el Señor, a quien no pudiendo soportar le gritaban: “Te suplico que no me atormentes antes de tiempo”.[131] Pues se quemaban también con sólo [45B] ver al Señor presente.[132] Así también Pablo mandó a los espíritus impuros,[133] y los discípulos sometieron a los demonios.[134] Y sobre Eliseo el profeta vino la mano del Señor, y profetizó acerca las aguas por tres reyes, cuando quien salmodiaba, salmodiaba según el mandato de Él.[135]

Así también ahora, si alguien se preocupa por sus padecimientos, que diga estas cosas: así, por un lado, es ciertamente provechoso para el que padece y, por otro parte, su propia fe se mostrará verdadera y firme, de modo que también al verla Dios, le concederá la curación perfecta a los que suplican.[136]

Conociendo también esto es que decía el santo en el Salmo: “En tus decretos meditaré, no olvidaré tus palabras” (Sal 118[119],16), y de nuevo: “Para cantar eran para mí tus decretos, en el lugar de mi peregrinación” (Sal 118[119],54). [45C] Pues en esto es que también ganaba la salvación, al decir: “De no ser por que tu Ley es mi meditación, entonces habría perecido en mi bajeza” (Sal 118[119],92). De donde también Pablo daba seguridad a su propio discípulo diciéndole: “Medita en estas cosas, viven entregado a ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto”.[137]

Conclusión

También tú [Marcelino], meditando estas cosas y leyendo así con inteligencia los Salmos, podrás captar, conducido por el Espíritu,[138] el sentido de cada uno.[139] Y emularás tú esa vida, la que tenían los varones santos, que hablaban portando a Dios en sí mismos.[140]

Material suplementario
Notas
Notas
[1] Cf. 2 Tm 3,16; también Rm 15,4. Asimismo P. F. Bouter, Athanasius van Alexandrië en zijn uitleg van de Psalmen Een onderzoek naar de hermeneutiek en theologie van een psalmverklaring uit de Vroege Kerk (Zoetermeer: 2001), 57–58.
[2] Acerca de los libros de la Escritura tenidos por canónicos en tiempos de Atanasio cf. su Carta festal 39 (P.-P. Joannou, Fonti II 71,4–76,8; PG 26,1436B–1140A).
[3] Se denomina así a los Libros de Josué, Jueces y Rut.
[4] La LXX considera bajo ese nombre tanto los libros de 1 y 2 Reyes como también los de 1 y 2 Samuel.
[5] Así se denomina en LXX a los libros 1 y 2 Crónicas.
[6] Sobre el uso de la expresión “venida-venir” para indicar la encarnación en Atanasio cf. M.-J. Rondeau, «L’Épître à Marcellinus sur les Psaumes» VigChr 22 (1968): 182.
[7] Cf. infra nº 30.
[8] En la LXX reza así el título del Sal 28(29),1, aludiendo probablemente al último día de la Fiesta de las Tiendas (cf. Nm 29,35–38).
[9] Tal es el título de los Salmos que van del 120 al 133, probablemente porque eran empleados por los peregrinos que marchaban (subiendo) a la ciudad de Jerusalén (cf. H.-J. Kraus, Los Salmos I. Sal 1–59 [Biblioteca de Estudios Bíblicos 53], (Salamanca: 1993), 31–33). En su escrito Sobre los títulos de los Salmos, Atanasio ofrece una detallada interpretación de los distintos “grados” de ascenso espiritual del creyente que supone cada Salmo (PG 27,1221B–1257B).
[10] Según M.-J. Rondeau todos los puntos del 5 al 8 de esta carta se ven articulados por la Cristología de Atanasio, en particular por su comprensión de la “unidad ontológica del Verbo encarnado” (cf. «L’Épître …» 181–182). Sobre el salmista como “profeta” cf. P. F. Bouter, Athanasius…, 83–84.143.
[11] Sobre la expresión “vástago” cf. M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 182–182 (en especial nota 23).
[12] Cf. Gn 1,3–27.
[13] Un comentario sobre las afirmaciones cristológicas de este apartado de la Carta, y los dos siguientes (cf. infra nº 6-7), ofrece M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 181–187.
[14] Sobre el énfasis de Atanasio aquí en el realismo de la salvación y de la encarnación, cf. M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 185.
[15] Cf. Jn 1,3; también Col 1,16.
[16] Cf. Jn 1,3; también Col 1,16.
[17] Lc 1,28.
[18] Cf. M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 184.
[19] Cf. 1 P 4,1; además M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 185.
[20] Acerca de la ausencia aquí de toda referencia a sufrimientos “interiores” cf. B. Fischer, «Psalmus vox Christi Patientis selon l’Épitre a Marcellinus de s. Athanase» en Ch. Kannengiesser, ed., Politique et Théologie chez Athanase d’Alexandrie. Actes du Colloque de Chantilly 23–25 Septembre 1973 [Théologie Historique 27] (Paris: 1974), 307.
[21] Cf. Is 53,4; la cita parece más a la versión que da Mt 8,17 de ese pasaje del profeta.
[22] Cf. Jn 5,22.27; también Hch 10,42.
[23] Cf. variante del texto.
[24] Cf. Ex 15. O puede también que se refiera al Sal 89(90), cuyo título dice: «Oración de Moisés, hombre de Dios».
[25] Cf. Is 5,1–7.
[26] Cf. Ha 3.
[27] Cf. 1 Co 12,4–11.
[28] Cf. Hch 6,4.
[29] Is 1,16.
[30] Jr 4,14.
[31] Cf. Dn 13.
[32] Cf. Is 36–37 (LXX).
[33] Cf. 1 Co 12,11.
[34] Tema recurrente en toda la Carta (cf. más delante aquí mismo y nº 12–13; 15; 27–28; 30). Cf. además M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 194–195.
[35] Cf. Rm 5,3–5.
[36] Cf. 1 Ts 5,18.; también Ef 5,20
[37] Cf. 2 Tm 3,12.
[38] Cf. Dt 8,10; Jc 5,2; 1 Cr 16,8.34; Tb 4,19; 13,3.6; Sb 32,12 (LXX),39,15 (LXX).35 (LXX); 43,11 (LXX); 50,22 (LXX); 51,12 (LXX); Si 39,7 (LXX).15; Rm 14,11; Flp 2,11.
[39] Cf. 2 Co 4,16; Flp 4,4; Ga 1,1.
[40] Cf. Ex 5,22–6,1; 15,25; 17,4–6; 32,11–14.31–34; 33,12–23; 34,5–28; Nm 12,13–15; 14,5–25; 20,6–8; 21,7–8.
[41] Cf. 1 R 17,1; 2 R 3,14.
[42] Cf. Gn 16,1–16; 17,17–20; 21,1–21.
[43] Cf. Gn 17,19–21; 21,1–7.
[44] Ex 33,13.
[45] Cf. Ex 32,32.
[46] Cf. 1 R 17,1; 2 R 3,14.
[47] Cf. supra nota 27. Sobre el sentido de “movimientos” y “disposiciones” del alma cf. H.-J. Sieben, Athanasius über den Psalter. Analyse seines Briefes an Marcellinus. Zum 1600. Todesjahr des Bischofs von Alexandria, Theologie und Philosophie 48 (1973): 162 (especialmente nota 22).
[48] K. Anatolios habla al respecto de “internalización” de la virtud en el creyente, y la funda en la “mutua internalización” entre Dios y el ser humano en razón de la encarnación (cf. Athanasius. The coherence of his thought (Nueva York: 22005), 201–202).
[49] Sobre la salvación como razón de la encarnación y también acerca de la problemática respecto del alma humana de Cristo (contra el Apolinarismo) posiblemente implícita aquí (o no) cf. M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 182.186.191–192.
[50] Acerca del tópico de la “vida celestial” manifestado por el Salvador para ser imitado por los creyentes cf. también aquí mismo nº 13 (PG 27,25B), asimismo M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 188; Idem, Les Commenatires Patristiques du Psautier (IIIe – Ve siécles) Vol. II: Exégèse prosopographique et theólogie (OCA 220), Roma 1985, 210–221.
[51] Cf. Atanasio, Carta a los obispos de Egipto 1 PG 25,540A; Cartas Festivas 2,5 PG PG 26,1369C; además M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 188.
[52] Mt 11,29.
[53] 1 Co 11,1.
[54] Cf. supra nota 42; asimismo M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 188–189.
[55] Cf. 1 Co 15,47.
[56] Cf. supra notas 27 y 47.
[57] Esto es: la Iglesia.
[58] Acerca de esta modelación del alma para hacerla conforme a Cristo (imitatio Christi) cf. M.-J. Rondeau, Les Commenatires…, 220–221.
[59] Cf. Jr 9,22–23; 1 Co 1,31; 2 Co 10,17.
[60] La versión griega del AT de los LXX presenta un Salmo 151, que no aparece en las versiones castellanas, porque éstas siguen el texto hebreo. El mismo reza así: «1 Este Salmo es autógrafo de David y fuera del número [de los Salmos], cuando se batió sólo con Goliat. Pequeño era entre mis hermanos y el más joven en la casa de mi padre; pastoreaba las ovejas de mi padre. 2 Mis manos hicieron un instrumento, mis dedos ajustaron un salterio. 3 Y, ¿quién anunció a mi señor? El mismo Señor, Él escucha. 4 Él envió su ángel y me alzó desde las ovejas de mi padre, y me ungió con el óleo de su unción. 5 Mis hermanos, hermosos y grandes, pero no se complugo en ellos el Señor. 6 Salí al encuentro con el extranjero y me lanzó maldiciones en [nombre de] sus ídolos. 7 Pero yo desenvainé la espada junto a él, lo decapité y quité el oprobio de los hijos de Israel». Cf. G. Dorival, La Septante…, 325.
[61] Cf. supra nota 27.
[62] La meta es alcanzar el equilibrio del ánimo: “ecuanimidad”, que Atanasio destaca asimismo cundo presenta la figura de Antonio (cf. Vida de Antonio 14.51.67; además K. Anatolios, Athanasius. The coherence…, 203).
[63] Cf. Mt 12,36.
[64] La indicación temporal se debe a que el v. 4 del Salmo dice: «Por la mañana prestarás oído a mi voz, por la mañana me presentaré a ti y y ver»”.
[65] Cf. 2 S 15,31.
[66] En efecto el título del Sal 8 (LXX) dice: «Para el fin, por los lagares, Salmo por David».
[67] El título de este Salmo lo atribuye a Moisés (cf. supra nota 17).
[68] Esto es: «no estás listo para el combate».
[69] El título de este Salmo en LXX reza: «De David, antes de ser ungido».
[70] En efecto, según LXX el título de este Salmo es: «Para el fin; Salmo de ora de dedicación de la casa; por David».
[71] Precisamente Sal 126(127),1 dice: «Si el Señor no construye la casa…». Respecto de los Salmos de «las subidas», cf. supra nota 7.
[72] Cf. 1 S 23,19–20.
[73] Aunque puede que suene artificial la consideración, hace a la situación a la que se refieren los Salmos que se mencionan luego, a saber: el episodio de David huyendo del rey Saúl (cf. 1 S 23–24).
[74] Ambos Salmos aluden a la huida de David en sus títulos (LXX), así el 56(57) dice: «Para el fin; no destruyas, por David para inscripción en una columna, cuando huyó de la faz de Saúl a una cueva»; por su parte el 141(142): «De inteligencia, por David, cuando estaba en la cueva; oración».
[75] Nuevamente aquí (cf. supra nota 62), estas consideraciones que pueden sonar un tanto curiosas al lector, sólo resumen lo concernido en el Sal 78(79), que hace a la toma y saqueo de Jerusalén en el año 587 a.C. (cf. 2 R 24,1–25,21; 2 Cr 36,1–21; Jr 39,1–14; 52,1–30).
[76] Cf. 2 Co 5,1–2; Flp 3,13–14.
[77] Alusión al final del cautiverio de Israel en Babilonia, en el año 538 a.C. (cf. Es 5,13–17), aunque los Salmos aquí referidos no parecen hacer una tan clara alusión a ese momento del Pueblo de Dios.
[78] Cf. Rm 5,5.
[79] Efectivamente el título de este Salmo dice (LXX): «Salmo de canto, para el día Sábado».
[80] El título de este Salmo es (LXX): “Salmo de David, del primero de los Sábados”. Atanasio lo leyó como referido al «primer día [después] de los Sábados», esto el es Domingo: «El Salmo ha sido dicho por David acerca de la resurrección del Señor» (Atanasio, Sobre los títulos de los Salmos PG 27,732C).
[81] Su título, según LXX: «Salmo de canto, para los hijos de Corén, en el segundo [día] del Sábado».
[82] Titulado (LXX): «Para el día antes del Sábado».
[83] Así lo señala el título (LXX): «Cuando la casa [Templo] fue edificada después de la cautividad», (cf. supra nota 66). En su trabajo Sobre los títulos de los Salmos Atanasio ofrece una interpretación cristológica de este epígrafe, entendiendo por la “edificación”: «los creyentes fueron edificados por el Señor”, y por la “cautividad»: la del género humano por el «Enemigo» (Demonio — cf. PG 27,1061B).
[84] El título (LXX) es: «Por David, cuando la tierra fue constituida».
[85] En su obra Sobre los títulos de los Salmos, Atanasio señala que el texto se refiere a «cuando [el Señor] libró a su mundo circundado por el pecado» (PG 27,1065B).
[86] Titulado (LXX): «Salmo por David para el cuarto [día] de los Sábados».
[87] Cf. Mt 26,3–4; Mc 14,1; Lc 22,1–2
[88] Cf. Cf. Ef 5,4.20; Flp 4,6; Col 2,7; 3,17; 4,2; 1 Ts 2,13; 5,18; 2 Ts 1,3; 2,13; 1 Tm 2,1.
[89] Cf. Mt 17,20; 21,21–22; Mc 11,22–23; Lc 17,5–6.
[90] Cf. Flp 3,13.
[91] Cf. supra nota 7.
[92] Cf. 1 S 17.
[93] Si bien tradicionalmente se atribuye de modo general todo el Salterio a David, expresamente lo mencionan en el título los Salmos 50(51)–64(65); 67(68)–69(70) y el 151 (LXX — respecto de este último cf. supra 50).
[94] Este Salmo alude a la elección de David de entre sus hermanos (cf. 1 S 16,1–13) y al episodio de su triunfal combate desigual con Goliat (cf. 1 S 17). En su escrito Sobre los títulos de los Salmos, Atanasio detalla: «El nombre de Goliat [se interpreta] como emigrar, esto es ser llevado a cautiverio, lo que claramente es el Diablo» (PG 27,1304C). Cf. también supra notas 50 y 82.
[95] En efecto, todos estos Salmos se abren con dicha expresión de júbilo y de alabanza. «El Aleluya es, por cierto, una exhortación mística que provoca el oído a cantar himnos a Dios, de modo que lo significado por tal sería: “Alaben al Señor”» (Gregorio de Nisa, Sobre los títulos de los Salmos 2,7 [GNO 5,90,1–4).
[96] Sobre esta “omnipresencia” del misterio de Cristo en la Escritura y, particularmente, en los Salmos, según Atanasio, cf. P. F. Bouter, Athanasius 41–44.
[97] M.-J. Rondeau observa que esta expresión “la presencia en el cuerpo” no es común en Atanasio, aunque sí guarda con otras comunes en el alejandrino (cf. «L’Épître …» 182).
[98] Cf. Gregorio de Nisa, Sobre los títulos de los Salmos 1,3 (GNO 5,34,3–13).
[99] Cf. supra apartado 9.
[100] Además de los Salmos, en el AT hay otras composiciones poéticas (“odas y cantos”), que des muy temprano fueron empleados en la oración de la Iglesia, cf. por ejemplo: Ex 15,1–18; Dt 32,1–43; 1 S 2,1–10; 1 Cr 29,10–19; Tb 13,1–17; Jdt 16,1–17; Sb 9,1–18; Sir 36,1–17; Is 2,2–22; 12,1–6; 26,1–19; 33,1–21; 38,10–20; 42,1–17; 44,23–28; 49,1–6; 50,4–9; 52,13–53,12; 60,1–22; 62,1–12; 66,5–16; Dn 3,26–45.51–90; Hb 3,1–19.
[101] Cf. Dt 6,5; Mt 22,37; Mc 12,29–30; Lc 10,27.
[102] Cf. supra nota 27.
[103] Cf. Jn 18,38; también Lc 23,22.
[104] Cf. Mt 27,24–26; Mc 15,15; Lc 23,24–26; Jn 19,16.
[105] Cf. Dn 13.
[105] Cf. Dn 13.
[106] Cf. 1 Co 2,16.
[107] Cf. supra nota 27.
[108] Cf. St 5,13.
[109] Si 15,9.
[110] Cf. 1 Co 14,15.
[111] Cf. 1 S 16,14–23. Gregorio de Nisa evoca este episodio bíblico, pero para colegir razones más profundas del uso de la melodía en los Salmos (cf. Sobre los títulos de los Salmos 1,3 [GNO 5,33–34), similares a las que Atanasio hizo un poco antes en esta Carta (cf. supra nº 27).
[112] No es fácil determinar a qué Salmo (o pasajes de la Escritura) se refiere el autor aquí. Quizás podría tratarse del Sal 148 que lleva por título (LXX): “Aleluya; de Ageo y Zacarías”, pues ambos profetas evidenciaron en su predicación una fuerte preocupación por la reconstrucción del Templo, destruido en la invasión y deportación de Israel (cf. Ag 1–2; Za 2,16–17; 3,7; 6,12–13; 8,9; también supra nota 66); es probable que Zacarías fuera incluso de familia sacerdotal (cf. Ne 12,4.16).
[113] Como señala P. F. Bouter: Atanasio quiere indicar que «la recitación melódica de los Salmos quiere ayuda a conducir al alma a un estado de calma y armonía, del que peudan surgir mejor expresiones de una vida correcta» (Athanasius 161).
[114] Cf. Rm 8,13.
[115] Se refiere a como fue creada por Dios (cf. Atanasio, Vida de Antonio 14,4; 20,5; 34,2). Sobre el trasfondo filosófico de esta expresión y su transformación al asumirla cristianamente cf. G. J. M. Bartelink, Athanase d’Alexandrie, Vie d’Antoine (París: Du Cerf SC 400, 1994), 190–191 nota 1.
[116] Cf. 1 Co 2,16.
[117] Sobre el sentido del verbo metréo aquí cf. G. W. H. Lampe, A Patristic Greek Lexicon, Oxford 91989, 866.
[118] Retoma el tema de los “movimientos del alma” presente de continuo en la Carta (cf. supra nº 10; 12–13; 15; 27–28).
[119] Cf. infra nº 33.
[120] Cf. Rm 8,26.
[121] Hb 11,33–35.
[122] Cf. Flp 3,13.
[123] Cf. Dt 31,19
[124] Cf. Dt 17,18.
[125] Cf. Jos 8,32–35.
[126] Cf. 2 R 22,8–10; 2 Cr 34,14–21.
[127] Cf. 1 S 4,1–11.
[128] Atanasio dedica un muy amplio espacio a las insidias de el Demonio (los demonios) y su combate en la Vida de Antonio (cf. por ejemplo 9; 13; 21–33; 36–43; 48; 51–53; 62–64). Cf. J. Stoffels, «Die Angriffe der Dämonen auf den Ainsiedler Antonius» Theologie und Glaube 2 (1910): 721–732.809–830; Álvarez P., «Demon Stories in the Life of Antony by Athanasius» Cisterciensian Studies 23 (1988): 101–118; M.-J. Rondeau, «L’Épître …» 195–196; D. Brakke, Demons and the Making of the Monks. Spiritual Combat in Early Christianity, (Cambridge – London: 2006), 23–47.
[129] Cf. supra nº 31.
[130] Cf. Hch 19,14–16.
[131] Cf. Mt 8,29; Mc 5,7; Lc 8,28.
[132] En la Vida de Antonio Atanasio relata algo semejante, de cuando el santo invocó el nombre de Señor ante Satanás: “Al oír el nombre del Salvador, no pudo soportar la quemazón que le producía aquel nombre, y desapareció” (41,6; cf. P. Rupérez Granados, Atanasio, Vida de Antonio (Madrid: Ciudad Nueva [Biblioteca de Patrística 27]), 1995, 76.
[133] Cf. Hch 16,18.
[134] Cf. Lc 10,17
[135] Cf. 2 R 3,13–20.
[136] Cf. Mt 9,2; Mc 2,5; Lc 5,20.
[137] Cf. 1 Tm 4,15.
[138] Cf. Jn 16,13.
[139] Que era la preocupación de Marcelino cf. supra nº 1.
[140] Cf. 1 P 1,21.
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