Notas bibliográficas

Agustín Podestá, Los catecismos de Sarmiento: contextualización y circulación de textos religiosos en el siglo XIX. Rosario: Prohistoria Ediciones, 2021, 216 pp.

Aníbal Germán Torres
Universidad Nacional de San Martín, Argentina

Revista Teología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0328-1396

ISSN-e: 2683-7307

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 58, núm. 136, 2021

revista_teologia@uca.edu.ar



¿Qué imagen tenemos los argentinos de Domingo Faustino Sarmiento y su obra? Posiblemente, a fuerza de décadas de cierta retórica liberal y laicista –presente también en parte de la historiagrafía– más que acercarnos al hombre y a su legado nos hemos topado con el mito canónico erigido en relación con el ilustre maestro sanjuanino, llamado el “padre del aula”, el “inmortal”, como lo celebra (acríticamente) el himno tan extendido en el sistema educativo nacional. Aquí entonces el primer gran mérito de este magnífico libro de Agustín Podestá: desmitificar, con gran rigor metodológico, algunos de los clichés que han acompañado desde el siglo XIX la figura de Sarmiento, en particular, su supuesta avanzada educadora a expensas de la religión católica, incluso en desmedro de ésta. Pero, como se nos dice ya desde la Introducción, en realidad el cristianismo era visto como “nota de civilización” (p. 13).

Al destacar este aspecto sobresaliente del libro, nos parece que su autor implícitamente invita y ayuda a los lectores a discernir, dada la ambigüedad de todo lo humano y de los seres humanos, las dos componentes de la pregunta que nos hacíamos al comienzo: Sarmiento y su obra. Sobre lo primero, es decir, el personaje histórico, complementamos lo ya dicho destacando algunos aspectos. Podestá remarca de Domingo Faustino su formación “autodidacta” (p. 18), su oposición a los líderes populares (como Juan Manuel de Rosas), su carácter de polemista y sus idas y venidas (por no decir, sus controversias) con el cristianismo, algo conjugado con un notable conociminto de las Sagradas Escrituras. En tales aspectos podemos trazar sucintamente un paralelismo que nos inspira la lectura del libro de Podestá, una suerte de Vidas Paralelas de Plutarco pero ya no entre griegos y romanos sino entre Sarmiento y Jorge Luis Borges, dos personalidades que dejaron su impronta (y su propia complejidad y ambigüedad) en la cultura argentina, sin soslayar las controversias que rodean tanto al autor del Facundo como al de El Aleph.

Más allá de este paralelismo, casi un juego intelectual para mostrar que los aportes a la cultura nacional pueden venir de alguien del interior (que conserve Recuerdos de provincia) y alguien de la capital (que advierta el Fervor de Buenos Aires), avanzamos un paso más en nuestro diálogo con este maravilloso libro tanto sobre los Catecismos de Sarmiento y, nos permitimos decir aquí, como sobre su afamado traductor: esta obra de Podestá tiene otro mérito: reparar (por ejemplo en el Capítulo I) en la biografía del sanjuanino (desde su nacimiento hasta su fallecimiento), describir los avatares de la vida política argentina, desde el período independentista al de la formación del Estado Nación, pasando por los años de enfrentamientos fratricidas y exilios. Aparece así, de manera muy interesante, una aproximación al proceso sociopolítico nacional a partir de los trazos de una biografía muy bien lograda por Podestá y que tiene valor en sí misma. Agradecemos al autor de este libro que nos sumerja en este proceso histórico-vital (de Sarmiento y, a través suyo, de la Argentina), contextualización sin la cual sería difícil comprender la obra del sanjuanino.

Sobre esto último, pasemos entonces a analizar el aporte y mérito principal del libro de Podestá: llevar nuestra atención a dos obras, dos traducciones “del francés” que el autodidacta Sarmiento realizó entre 1843 y 1844, desde su exilio político en Chile, de textos religiosos (concretamente, catecismos) que circulaban en la época. Notamos, por un lado, que el solo hecho de que La conciencia de un niño y Vida de Nuestro Señor Jesucristo (tales los títulos de ambos textos que se analizan en el libro) no aparezcan en las Obras Completas de Sarmiento, no solamente que llaman a problematizar el mito al que aludimos al comienzo, sino también que refuerzan el trabajo formidable realizado por Podestá con su libro. A diferencia de muchos cultores y reproductores del mito, el autor se fija en lo que el liberalismo y el laicismo han dejado fuera del canon sarmientino y, por ende, de la historia oficial. Así, los Catecismos de Sarmiento serían una suerte de versión “laica” (más allá de su probada ortodoxia doctrinal) de los Evangelios apócrifos.

Por otro lado, es notable el trabajo que hace Podestá en relación con las fuentes de esas traducciones, desempeñándose con gran solvencia en el rol de –si se nos permite la expresón– perito forense. En ese sentido, el autor compara textos en diferentes idiomas (alemán, francés, español) y, en el caso de Vida de Nuestro Señor Jesucristo, propone la hipótesis de que Sarmiento se habría basado en un texto de Budding, quien a su vez había traducido al francés el texto original en alemán de von Schmid. Con gran honestidad intelectual, el autor reconoce que en el caso de La conciencia de un niño, no hay elementos suficientes para señalar de quién tomó Sarmiento el texto sobre el cual hizo su traducción “del francés”, como tanto insistía. Este aspecto de la autoría de los textos, que Podestá analiza de manera pormenorizada, sagaz y erudita en el Capítulo V del libro, puede resultar un tanto árido para quienes no estamos familiarizados con este tipo de indagaciones. No obstante, cabe resaltar la importancia cultural del tema, dado que el giro antropocéntrico de la modernidad dio gran relevancia a la autoría de las obras, incluso en el arte cristiano, como lo muestra la inscripción esculpida en la Pietà de Miguel Ángel.

Por otra parte, el libro nos permite asomarnos a los motivos que llevaron a Sarmiento a editar y reeditar esas traducciones. Sobre este aspecto, Podestá nos hace ver que no es casual que Sarmiento haya tomado textos “en francés” para hacer sus traducciones, puesto que además de la formación elemental e introductoria en materia de moral y de religión a los niños, su gran apuesta, sus “meta-mensajes” (p.151) eran la preparación de ciudadanos virtuosos para el Estado Nacional que se estaba formando, teniendo parte de la elite política de la época una fascinación con la cuna de la Revolución Francesa y su ideario iluminista. Que en los inicios de la educación de carácter popular y democrática de la Argentina los Catecismos de Sarmiento hayan tenido un rol relevante y perdurable, no es algo que se pueda soslayar, más allá del manto de olvido tendido por ciertos herederos y defensores de la obra educadora del sanjuanino.

Así, entonces, los lectores del libro de Podestá se encontarán con tres aspectos notablemente originales, justamente por las cuestiones mencionadas: porque repara en textos de Sarmiento poco frecuentados por los académicos (no así por generaciones de niños y maestros de Argentina e incluso del exterior), por el trabajo “forense” que le lleva a proponer una hipótesis plausible y lúcida sobre las fuentes originales utilizadas por el sanjuanino, y por su reflexión sobre los motivos que llevaron a Sarmiento a realizar tales traducciones.

El libro de Podestá sobre estos textos tan peculiares traducidos por Sarmiento, nos mueven a realizar una última consideración, a partir de que el propio educador señalara: “Todos se han quedado sorprendidos al saber, verlo y palpar que era y soy el único propagador del cristianismo en las escuelas”, según la carta que le envió a su sobrina en 1883, cinco años antes de su fallecimiento y pocos meses antes de la sanción de la Ley 1420 que estableció a nivel nacional que la educación primaria sería gratuita, laica y obligatoria, propugnada por el ya ilustre pedagogo y asumida como política pública por el Estado que ayudó a cimentar y que años antes presidió. Podestá nos muestra con maestría esta ambigüedad del personaje, desde su temprana vocación al sacerdocio (luego abandonada) hasta sus fuertes vinculaciones con la masonería y el laicismo recalcitrante.

En este discernimiento del propio Sarmiento y sus Catecismos, nos pueden ayudar dos señalamientos del Magisterio del Papa Francisco, que recuperamos de Evangelii Gaudium (EG) y de Fratelli Tutti (FT): ¿Se trató de un intelectualismo sin sabiduría? (Cf. EG 231) ¿O estamos ante un caso donde “quienes dicen no creer, pueden vivir la voluntad de Dios mejor que los creyentes”? (FT 74). En este magnífico libro (¡que no nos cansamos de agradecer y celebrar su publicación!), Podestá nos brinda elementos para que cada lector saque sus propias (y provisorias) conclusiones. En nuestro caso, Sarmiento y sus Catecismos nos inspiran dos ¿posibles? asociaciones, a partir de asumir no tanto el carácter civilizador del cristianismo (aspecto que ameritaría una problematización), sino su portación de luz, tolerancia-libertad y alegría. Lo vinculamos entonces con su contemporáneo, San John Henry Newman (por la relevancia dada a la conciencia, sagrario donde se encuentran la creatura y el Creador) y –más allá de sus tiranteces con los jesuitas– con San Ignacio de Loyola (por el énfasis en la contemplación de los misterios de la vida privada y pública de Jesucristo).

Consideramos que un texto tan riguroso como el de Podestá lejos de cercenar la mirada crítica, invita a dialogar, a reflexionar y a seguir investigando, en la búsqueda de la verdad histórica, la cual ha sido empañada por las mistificaciones operadas en relación con uno de los ilustres maestros de América. Posiblemente no pasaremos de lúcidas conjeturas, sabiendo –si nos reconocemos humildes– que las respuestas últimas a nuestros interrogantes las tiene Dios. De ahí entonces, insistimos, la importancia del discernimiento, que puede ser realizado por toda persona de buena voluntad.

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